BCCCAP00000000000000000000776

en fundar escuelas católicas, arrostrando los gran– des sacrificios que ello comportaba, en particular, los económicos. Pero el gasto merecía la pena, pues se defendía el derecho de la Iglesia a la enseñanza y se presentaba batalla al enemigo en su propio terreno y con las mismas armas . Con esos fines abrió en Solsona un colegio para muchachos y otro para niñas y animó a sus sa– cerdotes a la fundación de escuelas parroquiales, dándoles normas oportunas para ello. Puso, ade– más, sumo empeño en que se enseñara el catecismo en todos los demás centros de enseñanza básica, instando a los inspectores a vigilar sobre la eficien– cia de los maestros en ese campo. El 6 de mayo de 1911 organizó una comunión general para los niños de todas las parroquias de la diócesis, con participación de unos cuatro mil, administrándola el propio obispo a los de la capital. El quicio de su pedagogía era aquí el mismo que el legislado para los centros educativos de sus terciarios y terciarias: inculcar a los alumnos, « juntamente con las ciencias, el prin– cipio de la verdadera sabiduría, que es el temor de Dios». En su vida privada, el pastor seguía cultivando una serie de devociones, traídas, como el hábito que llevaba bajo sus vestiduras episcopales, de su convento capuchino: el vía crucis, la visita al Santísimo, el rezo de la « Piíssima » y de la corona 47

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz