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convento capuchino de Masamagrell, donde el Padre Luis era guardián: desde allí se trasladaron procesionalmente el domingo de Ramos al edificio de la antigua cartuja para hacer el noviciado. · Más allá de Don Bosco Si la atención a la infancia menesterosa fue una de las características de la fundación femenina del Padre Luis, el cuidado a la juventud extraviada se convertiría en el objetivo prioritario de la rama masculina. Sentida muy al vivo esa necesidad en su tiempo, en España no existía otra iniciativa oficial para atenderla que la Escuela de corrección paternal de Santa Rita , en Madrid, creada en 1883, cuya dirección fue ofrecida a los salesianos, pero Don Bosco no la aceptó, al parecer, porque su ideal pedagógico no se avenía coh los métodos imperan– tes en un correccional. El santo habría contestado a quienes le preguntaban por qué no recogía también a los chicos extraviados y difíciles: « Detrás de mí vendrá quien se ocupará de ellos ». Puestos al frente de tal escuela dos sacerdotes, no resistieron mucho tiempo una brega tan dura, y aconsejaron se siguiera buscando una orden re– ligiosa. Cuando se pidió inspiración a la Santa Sede, León XIII sugirió se confiase a los recién surgidos terciarios capuchinos y así lo hizo el 37

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