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-; La personalidad de este insigne religioso, pe– dagogo y apóstol de nuestro tiempo adquiere categoría a base, sobre todo, de ciertas constantes de su vida: la fe en la Providencia y el celo pastoral, la experiencia de la cruz y del amor que salva, la actitud tenaz y esperanzada, el porte espiritual y equilibrado, la mansedumbre y huma– nidad, la capacidad de eschucha y la cercanía fra– terna y confortante al hombre ... Y todo, siempre expresado en gestos que transpiran confianza, com– prensión y amor. La Orden Capuchina y la Iglesia de España tienen una deuda impagable, más allá de la admi– ración y del recuerdo, con la obra religiosa, benéfica y pastoral de Luis Amigó y Ferrer. Pero su figura y su carisma perviven, especialmente, en los dos Institutos religiosos fundados por él bajo el signo evangélico del Buen Pastor. La misión humani-• taria y eclesial de las Hermanas Terciarias Ca– puchinas de la Sagrada Familia y de los Religiosos Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores se inspira en una de las dimensiones centrales del Evangelio - ·1a misericordia - y responde, de manera específica, a uno de los pro– blemas más graves de la sociedad: el problema de la juventud inadaptada. Una tarea urgente que detecta y emprende, con visión profética, el espíritu sensible y generoso de Luis Amigó y Ferrer. 8