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PORTICO En la Iglesia de Dios hay profetas y profetas. Todo profeta auténtico es un símbolo y un mensaje: símbolo y mensaje de un hombre de Dios, de un vigía de la historia y de un servidor del pueblo. Exactamente lo que ha sido Luis Amigó y Ferrer, ca,puchino, fundador y obispo: símbolo y mensaje de una vida profundamente anclada en Dios, cla– rividente ante los signos de los tiempos y sensible al clamor de los hermanos hombres. En la Iglesia de Dios no todos los profetas son « incómodos »; pero todos son providencialmente provocadores. Luis Amigó y Ferrer ha escuchado, con extraordinaria fe, la palabra de Dios y la ha traducido, con temple profético, a través de un tono sereno, humilde y amable. Con la sencillez, la persuasión y el tacto cordial de un verdadero hijo de San Francisco. Poderoso en obras más que en palabras, ha encarnado en clave de bondad una lectura estimulante y comprometedora del Evan– gelio. 7

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