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39 gar (y viceversa). Los detalles que ofrece 1Cor con este criterio son un poco confusos, pero podemos obtener algunos datos significativos. En 1Cor 11,20-22, Pablo refleja una división interna de la reunión de toda la asam- blea ( sunercome, nwn ou= n u` mw/ n ev pi. to. auv to, ): “cada uno come primero su pro- pia cena, y mientras uno pasa hambre, otro se embriaga” (11,21). La interpretación predominante, según la cual esta escena debe entenderse en el marco físico de un triclinium de una villa romana, la ha desarrollado J. Murphy-O’Connor, basándose en los yacimientos arqueológicos de una villa romana en Anaploga 100 . Sin embargo, además de las inconsistencias arqueológicas de esta hipótesis 101 , hay varios datos en el texto que apuntan a otra interpretación. En primer lugar, el texto dice que “cada uno trae su propia cena” e[ kastoj ga. r to. i; dion dei/ pnon prolamba, nei ev n tw/| fagei/ n 11,21) 102 . Más allá de la discusión sobre el sentido del texto, lo que queda claro es que la aportación de comida es desigual y que, si no todos (porque algunos no tienen: tou. j mh. e; contaj 11,22), los más ricos aportaban comida. Resulta totalmente incre- íble, y contrario a los mecanismos habituales para mantener o aumentar el honor 103 , que uno de los ricos anfitriones de Corinto permita que alguien traiga comida a su casa; sería un deshonor inexplicable (únicamente posible en el caso de la casa de un creyente pobre). Sin embargo, esta situación sí se daba en las comidas que tenían lugar en un templo, o en uno de los locales que las asociaciones voluntarias podían alquilar 104 . En segundo lugar, Pablo contrapone la oi= koj a la ev kklhsi, a en el si- guiente versículo: “¿No tenéis casas ( oiv ki, ai ) para comer y beber? ¿O es que despreciáis a la Iglesia de Dios ( h` ev kklhsi, a tou/ qeou/ ) y avergonzáis a los que 100 Cf. J. Murphy-O’Connor, St. Paul’s Corinth , 153-161; J. Wiseman, “Corinth and Rome I”, 528. 101 Esta hipótesis de Murphy-O’Connor ha sido rebatida con acierto, desde el punto de vista de las debili- dades de los datos arqueológicos, por D. Horrell, “Domestic Space and Christian Meeting at Corinth”, 349-369. 102 Para la discusión sobre el sentido (“traer”, “consumir”, “comer antes de los demás”), cf. A.C. Thiselton, 1Cor , 863; R.F. Collins, 1Cor , 422-423; G.D. Fee, 1Cor , 542. 103 Cf. B. Malina, El mundo del Nuevo Testamento , 45-83. El que esta hipótesis defendida por J. Murphy- -O’Connor sea contraria a los mecanismos de intercambio social para obtener honor podía reflejar una práctica contraria pero real, de acuerdo a la estrategia que Pablo plantea en muchos lugares de sus cartas (1Cor 1,17-31 y passim ), pero ningún dato del texto permite aceptar que los destinatarios estaban con eso siendo fieles a la estrate- gia de Pablo, sino más bien al contrario. 104 Cf. L.M. White, Building God’s House: Aspects of Architectural Adaptation Among Pagans, Jews, and Chris- tians , Johns Hopkins Univ., Baltimore, 1990, p.32; G. Husson, Oikia , 38; R. Alston, “Houses and households in ro- man Egypt”, 36; J. Fotopoulos, Food offered to idols , 176-178; R. Jewett, “Tenement churches and communal meals”, 33; J.S. Kloppenborg, “Edwin Hatch, churches and collegia”, 236; F. Pirson, “Rented accommodation at Pompeii”, 165-182. Véase, entre otros, los ejemplos que aporta F. Sokolowsky, Lois sacrées des cités grecques , E. De Boccard, Pa- ris, 1969, nº 55 y 103, donde se describe lo que aporta cada miembro para las comidas comunes de su asociación. de la casa a la ciudad didaskalia xxxviii (2008)1

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