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28 57 Cf. Demóstenes, Contra Timocrates 192-193. 58 J.H. Neyrey, “Teaching you in public”, 81-82. 59 El artículo de J.H. Neyrey es muy valioso, aunque se le puede hacer, no obstante, alguna observación. En primer lugar, traduce siempre los términos griegos que recoge en las dos categorías modernas “público” y “privado”, sean cuales sean aquellos, creando una dualidad que no es necesariamente propia del contexto original sino quizá actual. Por otra parte, la calificación de algunos espacios como públicos o privados resulta en el artículo no del todo justificada (por ejemplo, en las pp.87-93, califica la sinagoga como espacio “privado”, igual que las aulae o las casas privadas; el templo, sin embargo, lo considera público); decimos que algo es privado o público y juzgamos los com- portamientos como normales o anormales de acuerdo a una etiqueta arbitraria y quizá anacrónica (ej. p.90). Por último, los textos citados no siempre expresan la valoración dominante del espacio y tienen otras funciones (retóri- cas); de hecho, algunos pueden estar presentando una violación del espacio, una trasgresión de fronteras y una ac- tividad o autoridad “fuera de lugar”. 60 Cf. M. Grahame, “Public and private in the Roman house”, 145-146. público/político ni el privado/doméstico. Griegos y romanos utilizaron pú- blico y privado para distinguir la participación de varones en la vida pública o política de la ciudad de las relaciones sociales privadas de un ciudadano normal 57 . El mundo privado, según Neyrey, no se reduce pues al mundo de la casa, sino a las relaciones de varones en lo que no afecta al Estado. Las re- glas y expectativas de ambos espacios son diferentes 58 . Esta distinción con- firma la necesidad de redefinir el binomio público-privado para aplicarlo a los espacios y tareas de la cultura grecorromana 59 . El resto de criterios tie- nen bastantes puntos de conexión con este, como veremos más adelante. Ambos trabajos tienen interesantes puntos en común; a partir de ellos podemos formular una serie de criterios que nos permitan comprender la división de los espacios privados y públicos. Como hemos dicho, el espacio es una construcción social por lo que estos criterios, evidentemente, respon- den a los valores culturales dominantes del mediterráneo oriental del siglo I. Como se apreciará, además, están tan relacionados que podríamos decir que se trata de diferentes acercamientos y miradas a la misma realidad. a) Criterios para una clasificación 1) La visibilidad En primer lugar, desde el punto de vista del observador, lo que carac- teriza a un espacio público es la presencia de un extraño (o la posibilidad real de su presencia), entendiendo como tal a todo aquel que no forma parte de la casa/familia a la que pertenece el espacio. Desde el punto de vista del individuo que está en un determinado espacio, lo que caracteriza al espacio público es que él está siendo observado por otros (extraños) que no son de su casa/familia 60 . La visibilidad y la posibilidad de que un ex- carlos j. gil arbiol didaskalia xxxviii (2008)1

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