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(Conclust6nJ V !Todas las plantas y todas las flores requieren un ambiente ·propicio, a fin de que puedan desarrollarse, mostmr sus colores y es¡parrcir sus perfumes. El jardín del alma ha de tener también su atmóS– fera ~ropiada. Sus flores han de respirar un aire !P,llrO. libr,e de polvo, de miasmas. De ahí el grito que se. eleva de mi ¡pecho: Que viento suaNe ;y puro sople en su derredor -ese divino viento que es su vital allento- l',:la:ra hundirme en abismo de gracia embriagadora. El viento, que el alma necesitai ¡para que las flores de .su jardln interior se conser,ven y desarrollen, es la: gl'f:1:Cia de Dios. La gracia de Dios es el soplo del delo capaz de acabar con todas las sequedades y arideces de la tierra. Esta gracja es viento suave, porque penetra suave– mente en el coraZón. Es como un silbo amoroso que .se introduce en el almai de una manerai muy dellca-
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