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'268 FR. FELIClANO DE VENTOSA, O. F. M. CAP. ereemos haberlo hallado en ese conjunto de verdades dogmáticas que fundan lo que en el lenguaje místico del día se llama "la piedad objetiva", que es la -pie– dad que fundamentalmente cultivó la M. Angeles So– :razu. Mas "la piedad objetiva" no ,patentiza toda la ri– queza de un alma determinada, ni señala la gama de su correspondendc.1. a la acción de Dios. De aihí la necesidad de completar este primer: estudio con otl'(!S que nos hablen de la ¡psicología personalísima · de esta alma en sus relaciones con su Dios. La M. An– geles tenía, una psicología "individual", como hoy de– cimos. Con ena reaccionaba concretamente a los mis– terios objetivos de la dogmática católica, iespecialmen– ,te cuando la Iglesia los presenta a, la atención de los fieles en el gran drama sacro del ciclo litúrgico. Por ello, a nosotros toca preocuparnos de ,estas vivencias :espirituales, las que nos revelarán otras notas distin– tivas de la espiritualidad de la M. Sorazu. Aun más: a través de su itinerario místico iba sin– tiendo y gustando las verdades de la fe en alternan– cias de favores y .desamparos que constituyen la ,as. censión peculiar de esta alma a la J)erfección. He aiqui otro -tercer elemento con el que tenemos que contar al pretender asomarnos a las profundidades de este corazón en su camino pacía la santidad. Por! un método distinto hemos venido a señaJar en esta ocasión lo que en otro estudio reciente (4) hemos (4) Método para llegar a determinar las diversas escuelas de espiritualidad católica, en Naturaleza y Gracia, vol II (1955), 133-150.

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