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ESPIRlJTUA!.JIDAD DE LA M.. ANGiELIIDS SORAZU 101 corpren!Cl:e la sagrada Uturgia, recibe (el a.1ma mís-– tica) mara<ViHosas luces de los misterios de Ja Encar– ,Jiación y Redención, luces 1que la ¡ponen en posesión de los <livinos míster.íos gue la, reve,Ian, lo1s cuales go– za por inisterioso 1 modo. Con ,eiUas aprenide a la Trini– dad entera ,presente ,en ,la santa Hum:,anidad de Cris– to cada. vez mejor; y conocet más .claro la ·:natura1leza de Ias rniac1ones que unen a 1'asl di1vinas ,Persorua:s ,en– tte sí y a todas con la santBi Humanidad i su infinito y eterno amor ai ilos ihom1bres" (2). El comentario ,qrue nos da sobre el misterio del Ver– bo Encarnado a través de la Litur:gia de la Traslación de la Oasa de Loreto es un ejem1Rlo a~eccionador de esta clase de vi,ven:cias m:í1stiicas. No queramos justi– ficar exegéticamente todos lo1s comenta.ríos que del texto litúrgico nos ofrece la M. Sorazu. Ni es ¡prE¡ciso, ni conv,eni'enite. ,Sabemos que sobre el es¡q,uema funda– mental 'litúrgico cada, aLma tiene sus luces e,s¡peciales y sus atractivos. Lo jm¡pprtante en ,el caso es, ad!v,er-, tir la resonancia mfstic,a que los diversos elementos litúrgicos reciben en el espÍ'ritu de esta¡ alma que los contempla y vive. "·La tglesiia santa, nuestra Madre, comienza dicien– do en Reflexiones sobre1 la liturgia 1(le las ,Trasla'Ció'lü de la Casa dl3 Lotreto, ¡presenta a nuestra vista a, :ta· Sant~sLrÚ,a Virgen como Tabernáculo y oa:sa ,de Dios y nos revela su belleza, santidad y las riquezas que atesora. V,amos a contem¡plarla bajo este as¡pecto, •en el período ir~mediato al cum¡plimiento del inefable (2) La Vida Espirituaii..., !A, 113.

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