BCCCAP00000000000000000000773

426 FR. FELIC:IANO DE VENTOSA, O. F. M. CAP.. especialmente por los sacerdotes? También sentía la petite Thérése el imperioso deber de suplir lo que falta a la pasión d,e Cristo a faivor de la Iglesia, de– ber que sobre sus hombros de titán cristiano se ha– bía cargado el Apóstol de las gentes y que parecía anonada,r1e. Si se hubiera: caído, una v.irgencita de Lisieux le hubiera ayudado a levantarse. Y como és– ta, cuántas... Esta íntima y be11a página, aunque wr demás ig– norada, no queda sin réplica en la espiritualid,ad de la M. Angeles Sorazu. También efüt se siente soli– daria, con sus hermanos y por ellos ruega, sufre y ... se trueca en vícrtima, ante Dios, por sus culpas. con ingenuidad de buena¡ monjia parlera, estilo te– resiano, nos d€Scribe en su Autobiografva las fiestas de fin .de siglo. Cómo por sus indicaciones a la Ma– dre Abadesa, se orgianizó un extraordinario oficio de media noche en el que los maitines y laudes eran trenzados espiritualmente, por las buenas religio:sas con aotos de consagr,aoión de la: ComunJdatd "a Dios nuestro Señor, y a la Santísima Virgen", rosario de alabanzas, misa, solemne, canto de la Salve... Con férvida rememlbranza en su escrito de años más tar– de, recuerda que sonaron las doce de la noche, con~ clusión de un siglo y ¡puente pa,ra otro, mientras las monjitas de su convento cantaban Jeit'Vorosas aque– llas palabras tan1 en bocaJ de todos: "Ea, pues, Seño– ra., Abogada nuestra..." ¿Y por quién pide la monja ignorada en aquella velada religiosa, en aquella fiesta nocturna de santi– dad? Oigámosla: "Cantando... d1eron la.s doce, y dan-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz