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&sel1:ltualiJaJ Je la 911;_,,J,,e 9/,n,geles Sot:tJJJ,:J u Se pregunta el P. Arlntero en su Ubro La Evolu– ción Mística: "¿por qué son más favorecidas d,e Dios las muJeres?" Responde con l,a ponderiación y equi~ llbrio que -le son tan propios: "Si los favores de la contem1plación --como notó ya la misma Santa Te– resa, y lo reconoció S. Pedro de Alcántara- abun– dan o resplandecen notablemente más en humildes mujeves, la causa de ello está, en parte, ¡precisamen– te oo que Dios acostumbra a escoger lo que según el mundo perece más débil, ¡para. confundir a los que presumen de fuertes ... ; en parte depende tam– bién de que muchos hombres muy piadosos, tenien– do que •emplearse de continuo en penosas tareas apostólicas, no cUs.ponen, como desearían, de bastan,. te tiempo ,para gozar y experimentar las dulzuras del trato intimo con Dios, que, sin emba,rgo, se les re– servan en mucha abundancia para el fin de su vida; y en gran parte, o muy princi,palmente, proviene de qu,e en realidad, son ellas más devotas, más dadas a la oración, más constantes en las desolaciones, más perseverarntes en el recogimiento, más vigilantes en la. guarda dé los sentidos, más dóciles a la dir(lcción de su padre espiritual, y más solícitas .en procurar
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