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PLATONISMO Y CRISTIANISMO EN LA CONCEPCION,,, 153 nitud en la interpretación cristiana del amor, no desde el eros pa– gano sino desde la agape cristiana. La segunda instancia fundamental del discurso platónico de Dió– tima es considerar a eros como un semi-dios, un genio, radicalmente menesteroso ; pero que, consciente de su indigencia, rastrea la senda oculta que le pueda llevar a la posesión de la belleza. Un análisis de primera impresión podría señalar un paralelismo bastante claro entre esta actitud del eros pagano y la vibración mística del alma en busca de su Dios. La primera parte del Cántico espiritual de san Juan de la Cruz sería la versión cristiana de esta pretensión del eros. Sus palabras iniciales parecen suponer un estrato mental de pro– fundo erotismo tal como ellas suenan: '¿ A dónde te escondiste, ama– do, / y me dejaste ... '. Una vez más A. Nygren se ha aprovechado de estas innegables semejanzas literarias para reafirmar su tesis de la sustancial paganización de la mística cristiana por el paganismo. El tema no es tan hiriente en fray Juan de los Angeles, como en san Juan de la Cruz. Pero no puede soslayarse. Lo que sucede es que e.n el momento en que parecía que el P. Angeles debía evo– car el genio benéfico de eros, nos recuerda una oración devota de Platón a la divinidad. Hacemos, con ello, referencia, al primer diá– logo de su obra, Conquista del reino de Dios. Abre este primer diá– logo una reflexión del discípulo, llamado simbólicamente deseoso, para significar que se halla movido de ardientes deseos de santidad. Parecería obvio que en este preciso momento el P. Angeles se ayu– dara de la gran filosofía del eros, como genio del deseo. Y sin em– bargo no es así. Tanto en este pasaje en que ex professo trata de la importancia suma de los deseos en la vida de la ascensión mística, cuanto en muchos otros pasajes en que de paso aborda el tema, deja marginado el anhelo pagano de belleza para hablarnos exclusiva– mente de un deseo que brota de la conciencia cristiana que señala una misión que hay que llenar. Desde esta perspectiva netamente bíblica el P. Angeles escribe: 'Bien mirado, gran parte de la salud (espiritual) está en el desearla.' El profeta santo decía: "Deseó mi ánima desear tus justificaciones en todo tiempo'. A Daniel le inti– tula el ángel, varón de deseos... La iglesia hace fiesta a los que tenía la Virgen preñada de Dios, por verle ya nacido en el mundo y en sus brazos, y éstos celebramos el día de la O; y todas las (oracio– nes) que se ponen en aquellas siete antífonas, antes del nacimiento del Señor, significan los que tenían los padres de que Dios enviase al deseado de las gentes'. De todo ello la conclusión del P. Angeles se impone. El maestro se dirige al discípulo para decirle: 'Si esto es así, como lo es, ¿ por qué te desconsuelas, siendo tus deseos tan– tos y tan buenos?' 28 • 2s Conquista del reino de Dios. Diálogo I, § 1, t. I, p. 38-39.

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