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PLATONISMO Y CRISTIANISMO EN LA CONCEPCION... 151 ternura fray Juan de los Angeles lo enmarca en la mentalidad bí– blica que nos describe la realística imagen del profeta Isaías, LXVI, 22: Ad ubera mea potrabimini. Y que halla su réplica en la pala– bra del Apóstol: Apparuit benignitas et humanitas Salvatoris nos– tri... z5 A gran distancia nos hallamos en todo este pensar, tan hondo y tan bello, del pensamiento platónico, entusiasta al describir la acción del eros, pero frígido en su razonamiento metafísico y más frío al ponerse de espaldas a las más dulces querencias de la vida. El mundo pagano de la necesidad y el mundo bíblico de la bene– volencia divina con sus libérrimos dones se enfrentan aquí de modo irreductible. El pensador cristiano no tiene reparo en hacer suyas expresiones que brotaron fuera de su ambiente. Pero la crítica nos hace ver hasta dónde las asume como aclaración su propio pensar. En esta ocasión la crítica, que nos ha forzado a distinguir dos mun– dos: el pagano, de la necesidad ; y el bíblico, de la libre donación de Dios, pone en evidencia otros dos aspectos ulteriores: el perso– nalista y el dialógico. Ambos aspectos se reclaman mutuamente. Ya en nuestro estudio, El amor personal en la metafísica. de Pla– tón 2 \ llegamos a concluir que el amor personal y dialógico era inexistente en esa gran metafísica griega. Y lo mismo hay que decir ~más bien, a fortiori-< en los complementos que recibe esta meta– física en Plotino. Ni la persona, ni el diálogo, es algo que se sienta palpitar en los incomparables diálogos del maestro de este género literario. Para comprender nuestra postura pedimos, por favor, que no se confunda el diálogo de colegas académicos que discuten los caminos de su filosofar, con el diálogo sustancial de que hablamos aquí. Este diálogo sustancial es siempre un diálogo con la transcen– dencia. Y nos parece patente que entre el amante de la belleza y la misma belleza en sí nunca se da la más mínima relación persona– lista y dialógica. Sólo una aspiración hacia arriba, en lo que con– siste esencialmente el eros. Nunca una condescendencia hacia abajo -lo propio de la agape cristiana-, que es el primer requisito para hacer posible el diálogo con la transcendencia. Al polo opuesto nos hallamos con la mentalidad bíblica. Aquí el creador abre sus manos generosas para sembrar sus dones por todos los seres. Y en el mismo instante en que algunos de ellos tienen capacidad para hablar, con ellos entabla diálogo. Se abre este diá- . logo en la primera y sublime página del Génesis, que hace estreme– cer de júbilo a todo pensador sincero por conocer los orígenes de las cosas. Concluye este diálogo en el Apocalipsis cuando el esposo 25 Consideraciones... Lectio prima, art. II, t. II, p. 56-57. 2G E. Rivera de Ventosa, 'El am.or personal en la metafísica de Platón', en Gene– th!ia/con Isidorianmn (Univ. Pontificia, Salamanca 1975) 495-522.

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