BCCCAP00000000000000000000772

150 m:VISTA ESPAÑOLA DE TEOLOGIA.-E. Rivera de Ventosa haber citado a Arrio, toma su propio camino con estas palabras: 'De muchas maneras y, como si dijéramos, debajo de diferentes me– táforas ... declara la divina Escritura cómo procede el divino Verbo de su Eterno Padre': 'cómo el árbol sale de la raíz', 'cómo el calor del fuego', 'cómo el río nace de la fuente', 'cómo el pimpollo brota de la semilla', 'cómo la luz procede del sol', 'cómo el concepto de la mente', 'cómo la lluvia cae del cielo' ... 'El más gentil en hermo– sura entre los hijos de los hombres' 24 • Sin alusión alguna a los pla– tónicos, pese a innegables semejanzas, fray Juan ha tomado una radiante senda bíblica, iluminada por los focos de luz que irradian los textos citados, todos ellos de la divina Escritura. Los más son penetrantes metáforas que nos quieren hacer entrever algo del gran misterio de Dios. Al desbordamiento necesario de la divinidad, que se consuma eternalmente en la vida trinitaria, sigue el desbordamiento 'ad ex– tra', plenamente libre y que tiene lugar en el tiempo. Ya hemos dicho que este desbordamiento cristalizó dentro de la escuela pla– tónica en dos comparaciones que han venido repitiéndose durante siglos: la idea de bien, al difundirse, es 'sol que ilumina' y 'fuente que mana'. Como toda comparación, éstas dos son también ambi– guas. Lo que sucede es que los neoplatónicos veían en ellas la expre– sión sensible de un proceso necesario, mientras que los doctores ca– tólicos -san Buenaventura, muy especialmente- querían significar con ellas la inexhausta bondad divina que se da de un modo total– mente libérrimo. Fray Juan de los Angeles, bajo fórmulas calcadas en el platonismo, sigue muy de cerca la genial metafísica del doctor Seráfico. Por otra parte, fray Juan de los Angeles humaniza ulteriormente esta divina efusión al verla simbolizada en los dulces pechos de la madre. Y esto lo hace con tan ingenua terquedad que maravilla en su candor. Toma como base de su comentario a esta nueva compa– ración el conocido pasaje del Cantar de los cantares: 'Meliora sunt ubera tua .. .'. Lo comenta con estos delicados términos. Primeramente ve que los pechos dan el sustento necesario según lo dice en estas palabras: 'Por pechos se ha de entender el alimento espiritual, a saber: la doctrina del Evangelio y los dones del Espíritu Santo, con los cuales el Esposo sustenta a su ;Esposa, la Iglesia'. Muy luego ad– vierte que 'después que tomó carne de· las piadosísimas entrañas de la Virgen, nunca cesan de manar aquellos pechos de benignidad y clemencia en nosotros'. Esta benignidad divina fray Juan de los An– geles la acerca tanto a nosotros que la cree simbolizada en las ma– dres, quienes, al dar el pecho, acallan el llanto de sus niños y los consuelan cuando los ven llorando y tristes. Todo este mundo de 24. Consideraciones.,. Lectio prima, art. I, t. II, p. 46.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz