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PLATONISMO Y CRISTIANISMO EN LA CONCEPCION... 147 Lucha espiritual y amorosa entre Dios y el alma, retoque, resumen o amplificación, según los casos, de la otra más juvenil, a la que tituló 'Triunfos del amor de Dios, tiene como trasfondo constante el deli– quio de amor que se describe en el idílico poema de la Biblia. Pues bien; en este momento inicial fray Juan de los Angeles, que quiere permanecer siempre afincado a la interpretación bíblica del amor, tal como la rezuma el incomparable diálogo de los espo– sos del Cantar de los cantares, evoca a Platón y a los platónicos para tomar de ellos símbolos y expresiones que faciliten su propia comprensión del amor y le ayuden a exponer esta comprensión, ha– ciéndola inteligible a los demás. Un texto de Lucha espiritual ... nos hará ver esto mejor que lar– gos razonamientos. He aquí el texto a que hacemos referencia: 'Pintaron los poetas y antiguos filósofos con aljaba y saetas al amor: Lo primero, porque hiere de lejos y endereza siempre sus tiros al corazón. Lo segundo, porque su herida tiene mucha semejanza con la de la saeta, cuya entrada es angosta y estrecha, mas en lo secreto e interior es muy grande y peligrosa. Lo tercero, porque apenas se echa de ver la rotura que hace la saeta por donde entra, y con gran dificultad se cura, y con mucha mayor se sana. Para persuadir y apoyar esta doctrina de las heridas del amor, bien bastaba la confesión del Esposo, que, como ya vimos, se confesó herido del amoroso mirar de la Esposa' 18 . Qué cerca sentimos en estas líneas al amor griego de los filó– sofos, ante todo de Platón, y el amor bíblico, encarnado en el esposo y la esposa del Cantar de los cantares. Pero a qué inmensa distancia se hallan uno de otro, aunque fray Juan de los Angeles no lo se– ñale en la letra del texto. Y lo que es más de admirar, ni haya to– mado conciencia de esta inmensa distancia. Nos hallamos, sin em– bargo, ante un nuevo cruce del pensamiento pagano con el cristiano que debemos con hondura aclarar. Sólo por el camino de estos aná– lisis tomaremos cada día más conciencia de la singular novedad apor– tada por el cristianismo. O si se quiere mejor, por el pensamiento bíblico que culmina en la palabra de Jesús de Nazareth. Un acercamiento a las fuentes nos va a poner más en relieve el contraste entre el amor griego ----conocido con el nombre, de Eros- y el amor bíblico, que en las páginas neotestamentarias re– cibirá el nombre de Agape. Por lo que toca al amor griego, la fuente primaria es indudablemente Platón. Y dentro de la obra literaria de éste el diálogo en el que se aborda frontalmente el tema es el Banquete. Detengámonos brevemente en la cúspide de este admira– ble diálogo y preguntemos también nosotros a la sacerdotisa del templo de Delfos, Dd.ótima, sobre el misterio del amor. Obviamente ella volverá a repetir el discurso dirigido a Sócrates y que la lite- 1s Lucha espiritual. .. , parte II, cap. I, t. I, p. 320.

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