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9 HACIA UNA INTERPRETACIÓN DE LAS GRANDES SÍNTESIS DOCTRINALES... 321 fía de la esencia. Es esto lo que vieron bien F. Pelster y cuantos opinaron con él que Santo Tomás no admitió la distinción real de esencia y existen– cia. Se equivocó F. Pelster como intérprete de Santo Tomás. Pero acertó en cuanto en el famoso pasaje del comentario al lib. IV de la Metafísica Santo Tomás, intérprete en aquel momento de Aristóteles, no tenía por qué reba– sarlo 23 • Dos metafísicas, muy distanciadas y discrepantes, luchan en la mente de Tomás: la suya que es la del esse y la de Aristóteles que es la de la ousia. Por fidelidad intelectual consigo mismo Santo Tomás expone la suya. Pero estima sobremanera la de Aristóteles para poder darla de mano. ¿Tuvo el doctor medieval plena conciencia de esta discrepancia? La tuviera o no, es patente que no se pueden eliminar fisuras entre su metafísica y la de Aris– tóteles. Se trata de una nueva y de una más plena metafísica 24 • La raíz de por qué Santo Tomás se mueve en este doble plano la hallamos en la doble fuente en que se inspira: la bíblica y la aristotélica. Pero esto lo vamos a estudiar en el apartado siguiente. 2. Helenismo y Cristianismo como fuentes del pensamiento cristiano medieval «Sur le plan historique, le Christianisme doit etre compté sans contradit parmi les sources de la philosophie de S. Thomas» 26 • Esta breve cita de Van Steenberghen nos aboca a uno de los problemas más complejos del pensa– miento medieval y más difíciles de resolver. Bien alto proclaman esta di– ficultad los diferentes modos de interpretarlo. Nos queremos referir tan sólo a tres. Lo bastante para advertir la aporética que envuelve al problema. Según la primera interpretación el problema consiste en percibir el es– fuerzo que realiza el pensamiento cristiano para asimilar el pensamiento griego que brota exclusivamente de las exigencias de la razón. Para la segunda, este esfuerzo es un conato imposible, pues se intenta asimilar lo inasimilable. Helenismo y cristianismo son dos poderosas corrientes espi– rituales, irreductibles a entrar en un cauce único. Para la tercera, el acer– camiento de helenismo y cristianismo no es sólo un intento imposible, sino 23. Sobre la polémica F. PELSTER y G. M. MANSER, véase la obra de éste, La esencia del tomismo, trad. española, 2 ed., Madrid, 1953, pp. 726-630. 24. En La philosophie... , p. 37, escribe: «La métaphysique d'Aristote... est une méta– physique incomplete, inachevée, dont la problématique elle-méme manque d'envergure et de profondeur». Esta afirmación nos parece mucho más en la línea de E. Gilson, a quien se– guimos, que en la del mismo Van Steenberghen. ¿Cómo una metafísica carente de enverga– dura y de profundidad, medio hecha, puede pasar sin fisuras al sistema de Santo Tomás, «le plus vigoureux qui ait vu le jour depuis la fondation du Christianisme»? (191). 25. La philosophie... , p. 334.

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