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320 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA 8 «synthese robuste et sans fissures» 18 • Las fisuras en el aristotelismo de Santo Tomás son de tal calibre que más bien se podría hablar de abismo ideoló– gicos. Empalmamos en este momento con la tesis de E. Gilson, lúcidamente expuesta en su obra L'etre et l'essence 19 , al contraponer la metafísica de Santo Tomás como una metafísica del esse frente a la de Aristóteles que es una filosofía de la ousia, de la esencia. En efecto, razona E. Gilson: siempre que Santo Tomás se mueve en el plano aristotélico -y esto lo hace sobre todo en su oficio de comentador - parece no superar la visión metañsica de Aristóteles. Pero cuando razona desde su propio sistema, entonces Santo Tomás se mueve en el plano del esse. Y es el esse la suprema perfección que sigue y completa a la forma en cuanto ésta es el elemento más sustantivo de la esencia. La fórmula tomista: «Esse per se consequitur formam creaturae, supposito tamen influxu Dei» 20 , no señala una mera fisura respecto del sis– tema de Aristóteles. Es más bien un socavón del edificio aristotélico. De tales dimensiones es este socavón que el necesitarismo cósmico, alma del sistema aristotélico, se esfuma para dar paso al contingentismo de la causa– lidad eficiente divina, quien hace brotar de la nada al «ens secundum totum ens» 21 • A esta luz que ilumina el doble plano en que se mueve la metafísica to– mista parece muy exacta y muy orientadora la afirmación de E. Gilson cuando escribe: «C'est un fait des plus inattendu, que l'univers de saint Thomas, effet contingent d'une volonté divine suprémement libre, possede néanmoins la meme perdurabilité dans l'etre que les mondes d' Aristote et d'Averroes» 22 • En efecto; visto el sistema tomista desde la filosofía de la esencia parece identificarse con el mundo de Aristóteles en toda su estabi– lidad. Pero desde la altura del esse cambia toda esta perspectiva. Santo Tomás utiliza, más plenamente que San Buenaventura, el voca– bulario de Aristóteles. Y sin embargo es muy cuestionable si la intuición fundamental del sistema no responde a una preocupación muy distanciada del punto de vista meramente aristotélico. G. M. Manser ve en la teoría del acto y la potencia la esencia del tomismo. De ahí parte para llegar a la distinción real de esencia y existencia, gozne para otros del sistema. No negamos la conexión entre ambas tesis metafísicas. Pero parece necesario afirmar, contra Manser, que el paso de una tesis a otra es infranqueable dentro del puro aristotelismo. Para Aristóteles carece de sentido la distin– ción real de esencia y existencia porque se halla situado dentro de la filo- 18. La philosophie.. ., p. 464. 19. L'étre et l'essence, 2 éd. Paris, 1962. Chap. III: L'étre et l'existence, pp. 121-140. 20. Sum. theol., I, 104, 1 ad l. El comentario de E. Gilson a este pasaje se halla en pp. 101 SS. 21. Sum. theolo., I, 45, le; I, 65, 3c. 22. L'étre et l'essence... , p. 96.

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