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7 HACIA UNA INTERPRETACIÓN DE LAS GRANDES SÍNTESIS DOCTRINALES... 319 terizarse esquemáticamente con estas notas: 1) El punto de arranque, no sólo con prioridad metodológica, sino también con prioridad sistemática, son las cosas que percibimos en torno nuestro. 2) La respuesta al proble– ma metafísico fundamental: ¿qué es lo que existe?, cae perpendicularmente sobre las mismas cosas y oblicuamente sobre los conceptos. 3) La meta– física, que reposa sobre estos conceptos, cree bastarse a sí misma, y esta autosuficiencia la independiza o autonomiza de toda teología; a lo sumo, ésta podrá influir desde afuera». «La posición ejemplarista podemos caracterizarla paralelamente con estas notas: 1) El punto de arranque, al menos con prioridad sistemática, son las ideas, el pensamiento. 2) La respuesta al problema metafísico fun– damental: ¿qué es lo que existe?, cae perpendicularmente sobre las ideas y, a lo sumo, oblicuamente sobre las cosas. 3) La metafísica que cabalga sobre aquellas ideas, exige un punto de apoyo extraño y por encima de él» 14 • En estas apretadas líneas se dan cita los dos máximos sistemas del pen– samiento cristiano. Ellas dejan patente que no se puede minusvalorar el ejemplarismo de San Buenaventura afirmando que se trata de un pensa– miento condividido por otros pensadores cristianos, como Santo Tomás. Pues si en éste es una de sus muchas tesis, en San Buenaventura es el gozne en torno al cual gira todo su sistema metafísico 16 • Uno de los capítulos fundamentales de la obra de E. Gilson sobre San Buenaventura es el titulado: La analogía universal 16 • No se trata aquí, es obvio, de la analogía entis de que ha hablado M. Oromí y que es la pie– dra clave del edificio tomista, sino de la analogía simbólica. Esta analogía, de tan larga repercusión en el campo de las artes bellas, es la gran sistemati– zación que aporta el genio de San Buenaventura. Que es, a su vez, una de las claves para interpretar la cultura medieval cristiana 17 • Respecto de la interpretación que Van Steenb. da del tomismo, no parece conforme con la íntima historia del sistema la fórmula de un aristotelismo 14. En Introducción a Obras de San Benaventura (ed. B.A.C., Madrid, 1947), t. III, pp. 4-5. 15. Desde una perspectiva distinta ha visto lo mismo que M. Oromí, E. BREHIER, His– toria de la Filosofía, trad. española. Buenos Aires, 1944. Contraponiendo la filosofía de Santo Tomás a la de San Buenaventura, escribe: «Las cosas sensibles no son ya, como para San Buenaventura, signos que deben ser interpretados para ver en ellos la presencia divina, sino simples efectos por los que nos remontamos, mediante penosos razonamientos, hasta una causa que no captamos en sí misma, sino en sus relaciones con tales efectos». (t. I, p. 604). 16. Cf. La filosofía de San Buenaventura, trad. española, Buenos Aires, 1948. Cap. VII: La analogía universal (pp. 198-228). 17. Cf. ALms DEMPF, La concepción del mundo en la edad media, trad. española. Madrid, 1958. Es posible que el método de esta obra no agrade a los historiadores profesionales. Peca, quizá, de lanzarse demasiado presto a la síntesis. Pero la creemos sumamente útil en cuanto señala puntos de referencia para estudiar el espíritu de las culturas.

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