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348 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA 36 tética, declina más al análisis de los materiales que hacia el estudio de los problemas. Y es el estudio de estos problemas el que nos abrirá el camino luminoso de la síntesis. 2. La edad media no debe ser estudiada desde los prejuicios seculari– zadores de nuestro tiempo. Que lo sea en parte así, basta a demostrarlo la conocida historia de la Iglesia, dirigida por A. Fliche y V. Martin, en su vol. 13, dedicado a estudiar, Le mouvement doctrinal du Xle au XIVe sie– cle 89 • En tales siglos la teología alcanza su cumbre ascensional. Y se sirve de todos los saberes para aclarar sus cuestiones. Son los días en que San Buenaventura escribe su opúsculo, tan lleno de intención: De reductione artium ad theologiam. Esto pedía obviamente que historiadores de la teolo– gía calasen en aquella historia. Pues bien; los tres que han colaborado en este volumen son tres filósofos y especialistas de la historia de la filosofía. Ello explica fácilmente el que en la exposición de Van Steenberghen sobre San Buenaventura -ponemos un ejemplo- se dedique triple espacio a sus problemas filosóficos que a la mermada visión de su teología. Diez líneas bastan para exponer su doctrina sobre el misterio trinitario, objeto de va– liosísimos estudios 90 • Esto podrá estar muy en línea con el signo de los tiem– pos que corren. Pero está muy distanciado de lo que aquellos doctores pen– saron y vivieron. Parece que este prejuicio secularizador ha impedido ver a Van Steenber– ghen la ingente aportación del cristianismo a la filosofía de los pensadores cristianos. Como pensadores filosofaron. Pero como cristianos, vivieron una Weltanschauung cristiana que nutrió de rico contenido su pensamiento. Helenismo y Cristianismo se dan cita en estos pensadores. Todo lo que sea prescindir de este elemento valioso, es privarse de la capacidad de compren– derlos. 3. La doble fórmula, aristotelismo ecléctico o neoplatonizante, para in– terpretar la filosofía de San Buenaventura y neo-agustinismo, para señalar el nacimiento y organización del agustinismo filosófico en los discípulos del mismo, parece en contradicción con el desarrollo de las ideas en el siglo XIII. Esta doble fórmula ha sido detenidamente analizada en nuestro estudio y él lector puede juzgar si nuestras pruebas tienen valor y aportan alguna luz a temática tan importante y tan discutida. 89. Véanse las pp. 234-235. 90. Volvemos a mencionar el estudio de ÜLEGARIO GONZÁLEZ, Misterio trinitario y exis– tencia humana. Desde otra perspectiva es imprescindible la obra de TITUS SzABó, De SS. Trinitate in creaturis refulgente. Doctrina S. Bonaventurae, Romae, 1955.

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