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35 HACIA UNA INTERPRETACIÓN DE LAS GRANDES SÍNTESIS DOCTRINALES... 347 mano hay poco del espíritu agustiniano de la Ciudad de Dios. Y con todo, fue elegido en el siglo XIV como modelo y jefe de la escuela agustiniana. No hay por qué seguir describiendo la historia detallada del agustinismo filosófico. Basta advertir que tenemos que llegar hasta nuestros días para ver con satisfacción un sereno y hondo despertar que se afana por lograr la estructuración del auténtico agustinismo. Para otra ocasión será el comentar estos esfuerzos, tan meritorios y laudahles. Ahora los hemos recordado por– que ellos revelan paladinamente que el agustinismo filosófico, como síntesis organizada sistemáticamente, no ha existido nunca. La tesis de Van Steen– berghen, de que se organiza en los discípulos de San Buenaventura, carece de consistencia. Es este momento histórico una época· de Epigonenzeit que más bien prepara el derrumbe del agustinismo que su auténtico florecer. Titulamos nuestro estudio: Hacia una interpretación de las grandes síntesis del pensamiento cristiano. El lector que nos haya seguido en este nuestro esfuerzo por filiar ideas, habrá tomado conciencia de la intención con que hemos escrito la preposición, hacia. Y es que resta mucho por aclarar respecto de las grandes síntesis del pensamiento cristiano. Mucho se ha hecho por lo que toca a estudios monográficos, aunque resta mucho por hacer. Igualmente se ha acumulado mucho material para los trabajos futuros. Pero todavía los estudios sintéticos se hallan solamente esbozados. La obra de Van Steenbgerghen, · objeto de un examen detenido por par– te nuestra, ha sido un esfuerzo de visión sintética del panorama• ideológico del siglo XIII cristiano. Pese a sus innegables méritos; que hemos ido reco– nociendo a lo largo de nuestro estudio, nos ha parecido necesairo abrir otras perspectivas más amplias desde las cuales otear el origen y sistemati 0 zación de las grandes síntesis cristianas. Presentamos, como final de nuestro estudio, un conjunto de conclusiones en las que precisamos nuestro punto de vista en los temas analizados. l. No se tendrá nunca una visión profunda de lo que se pensó en la edad media mientras las investigaciones no se eleven de los libros a los proble;. mas. Los libros, es decir, el material disponible que es ingente, debe ser iluminado a la luz de las preocupaciones más hondas y fundamentales que movían aquellas mentes. Sólo éstas darán unidad y trabazón a los materia– les dispersos. Comprendemos la antipatía que los historiadores profesiona– les sienten por las síntesis apresuradas y sin base en la lectura de los textos. Pero estos abusos no deben en modo alguno impedir reconocer que la gr~n hora de la verdad histórica suena en el momento de enunciar el juicio sin– tético sobre uria época o sobre un sistema filosófico. La obra que hemos analizado, pese a su intento de dar .una visi9n sin.-
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