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33 HACIA UNA INTERPRETACIÓN DE LAS GRANDES SÍNTESIS DOCTRINALES ... 345 E. Bruyne sobre la historia de la Estética en la antigüedad cristiana y me– dieval para advertir que el cuerpo doctrinal agustiniano sobre Estética disminuye en vez de acrecer 85 • Ya es significativo que en la obra volumi– nosa de Van Steenb. el tema de la estética merezca tan escaso interés. Se refleja también aquí esa raquítica tradición de l'exil des belles-lettres que debiéramos cuanto antes rectificar. Pensadores, como R. Guardini y Urs von Balthasar, nos han hecho ver los ricos filones de belleza inmaculada que esconde el pensamiento cristiano. Pero todavía esto no llega a las aulas ni a los plomizos libros de investigación. De nuevo una vuelta a San Agus– tín podría corregir esta nueva deficiencia que prueba hasta la saciedad la pobre historia del agustinismo filosófico, incapaz de recoger el legado de su jefe que ha debido ser siempre su guía. Volviendo al agustinismo filosófico, tal como aparece en las grandes síntesis del siglo XIII, tenemos que constatar que no sólo no logra sistema– tizar las ideas geniales de San Agustín sino que pierde muchos de sus valores. Se empobrece. Este emprobrecimiento aumenta en los discípulos de San Buenaventura: J. Peckham, Mateo de Aquasparte, S. Gualtero de Brujas, P.-J. Olivi, etcétera.De aquí que aparezca claramente inaceptable la tesis de Van Steenb. cuando afirma que fueron los discípulos del doctor franciscano quienes organizaron el agustinismo filosófico medieval. Consciente de que hay ele– mentos en él, extraños a San Agustín, le da el nombre de Néo-augustinisme. En nuestra visión de la historia estos discípulos del gran doctor generan una época, que los alemanes llaman, de Epigonenzeit, con todo lo que lleva consigo una época de epígonos: acritud en las disputas, comentarios a pun– tos determinados y olvido de la gran visión unitaria del maestro. Así, efec• tivamente, son los discípulos de San Buenaventura. Agrían la disputa con el tomismo hasta crear, tomistas y franciscanos, la típica rigidez de escuelas. Comentan al maestro y lo aclaran en algunos puntos capitales. Pero no son capaces de asimilar la gran síntesis de su querido doctor. Ni el Itinerarium, ni las Collationes in Hexaemeron, las dos obras más geniales de San Buena– ventura y las más agustinianas, son objeto de comentarios que derivan a cuestiones más precisas y menos sintéticas. Respecto de J. Peckham baste recordar sus temas preferidos tal como él mismo lo dice en la carta que antes hemos citado. M. de Aquasparta se cen– tra en el estudio del problema del conocimiento para aquilatar y precisar, como buen discípulo, a su maestro. Queremos cerrar este análisis histórico con el recuerdo de un simpático pensador belga, S. Gualtero de Brujas 86 • Un análisis de sus Quaestiones dis- 85. Historia de la Estética, trad. española, en «B.A.C.», Madrid, 1963, t. II, pp. 267-362 y 629-650. Véase también K. SvoBODA, La estética en San Agustín y sus fuentes, trad. espa-

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