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338 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA . 26 tizan sus inmediatos sucesores. Y en los primeros siglos de la edad media sólo girones de este manto filosófico han podido ser cortados para cubrir modestamente las más elementales exigencias del pensamiento. Con el siglo XIII llega la plenitud del pensamiento cristiano. San Agus._ tín es un nombre estelar en ese momento histórico. Bien se podía augurar la sistematización definitiva del agustinismo filosófico. Y sin embargo, te– nemos que constatar que no fue así. San Buenaventura está conceptuado, justamente, como el máximo agustiniano de aquel tiempo. Pues bien; una confrontación serena entre él y el doctor de Hipona, a quien tanto admira, nos hace ver que el doctor medieval completa en algunos puntos lo que pudo ser el agustinismo filosófico. Pero, como visión de conjunto, la concep– ción agustiniana se empobrece. Este doble tema, complemento parcial y empobrecimiento global, merece una reflexión ulterior. San Buenaventura, en primer lugar, completa a San Agustín en la teo– ría de la iluminación, al incorporar esta teoría a todo el proceso del cono– cimiento humano. Para algunos intérpretes, también para Van Steenb. 67 , San Buenaventura realiza aquí una aglutinación de agustinismo y aristo– telismo, híbrida e inconsistente. Opinamos de modo muy distinto. San Agustín distinguió netamente entre ratio inferior y ratio superior. San Buenaventura recoge esta distinción con máxima seriedad. No como una distinción más entre tantas otras, como sucede en este caso con el Doctor Angélico. Pues bien; San Buenaventura interpreta todo el proceso agus– tiniano de la ratio inferior según la teoría abstractiva de Aristóteles. Por el contrario, la ratio superior exige hallarse regulada por las famosas y discu– tidas rationes aeternae. Lo que para algunos es un hibridismo bonaventu– riano, lo juzgamos un logro de síntesis, al señalar los caminos distintos y precisos del conocer. Pero si San Buenaventura completa a San Agustín al incorporar el proceso aristotélico de la abstracción a la ratio inferior, también aclara lo mucho de oscuro y simbólico de las conocidas comparaciones agustinianas: «el sol que ilumina», «el sello que deja su impronta», «el maestro que habla interiormente». Con ellas quiso el Santo dejar entrever en qué consiste la iluminación por las razones eternas. San Buenaventura precisa mejor la doctrina y la formula en técnica más filosófica. La contuitio bonaventuriana es una aportación muy honda a la poética descripción que hace San Agus– tín de la iluminación interior por el Verbo 68 • 67. La philosophie... , pp. 244-245 y 249. 68. Cf. R. SCIAMANNINI, La contuizione bonaventuriana. Firenze, 1957; PELAYO DE ZA– MAYÓN, Hacia Dios. Roma, 1940. Lección II: Teoría del conocimiento según San Buenaven– tura, pp. 28-58. Para una visión sintética de todo el problema del conocimiento en San Buena– ventura; L. VEUTHEY, S. Bonaventurae philosophia christiana... Caput II: Theoria cognitionis, pp. 46-100.

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