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23 HACIA UNA INTERPRETACIÓN DE. LAS GRANDES SÍNTESIS DOCTRINALES... 335 cutidos y discutibles. Hoy añadiríamos que lo segundo es una muestra más de esa tendencia, latente en toda la obra de Van Steenb., a exaltar los valores profanos de la cultura frente a los cristianos. Lo que se hace más difícil de aceptar, seguíamos escribiendo, son las contradicciones que parecen existir entre los hechos históricos y las afirma– ciones que se enuncian en la obra. Hagamos mención de la más hiriente y de más significación para interpretar rectamente las direcciones doctri– nales de la edad media. Según Van Steenb. no hay agustinismo filosófico medieval hasta las luchas de 1270 y 1277 en torno al averroismo latino. Serían los discípulos de San Buenaventura, especialmente J. Peckham y G. de la Mare quienes habrían dado origen a este movimiento ideológico. Ahora bien; esto parece muy en contra de lo que el mismo J. Peckham es– crjbe en sus conocidas cartas, recogidas en el Chartularium Universitatis Parisiensis. En ellas enfrenta la tradición recibida con la innovación que intenta imponerse. La innovación la origina el bonus frater Thomas. La tra– dición es lo que él defiende. ¿Cómo es entonces posible que J. Peckham cree un movimiento doctrinal si en su choque con el buen fray Tomás no intenta más que defender las tesis tradicionales que él mismo elenca: «quid– quid docet Augustinus de regulis aeternis, de luce incommutabili, de poten– tiis animae, de rationibus seminalibus inditis materiae»? 60 • · .Tal vez la fal~a perspectiva en la que creemos se ha colocado Van Steenb. consiste en no distinguir suficientemente el espíritu del sistema de los ma– teriales del mismo. En J. Peckham y G. de la Mare los materiales parecen ser más agustinianos porque se detienen en los punt9s polémicos. Pero ad– viértase bien que en San Buenaventura se hallan ya todas las tesis y doctri– nas de estos autores, si bien incorporadas a un síntesis más amplia y per– fecta. Cuando elabora esta síntesis no han surgido las disputas. Por ello San Buenaventura no tiene reparo alguno en utilizar el inmenso material filosófico que Aristóteles ha puesto a su disposición. Pese a ello, el espíritu de su sistema es muy contrario al del filósofo griego. Si lo que vale en un sistema es, ante todo, la idea directriz, l'intuition fondamentale, según la feHz expresión de H. Bergson, parece patente que la síntesis de San Buena– ventura, aun en filosofía, se halla en una línea que no es la aristotélica. Van Steeberghen recuerda, como ya dijimos, que para San Buenaven– tura toda creatura es imagen o vestigio del Creador. Cultiva como intuición fundamental el ejemplarismo. Doctrina, por cierto, muy poco aristotélica. Ahora bien; si esta filosofía del ejemplarismo, alma del sistema bonaventu– riano, es opuesta a la letra y al espíritu de la filosofía de Aristóteles, . 60. Chartularium Universitatis Parisiensis, I, n. 523, p. 634. Completan lo que se dice en esta carta otras dos que se pueden leer en el n. 517, p. 624 y n. 518, pp. 626-627.

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