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15 HACIA UNA INTERPRETACIÓN DE LAS GRANDES SÍNTESIS DOCTRINALES••• 327 del orden absolutamente necesario, que es el orden metafísico, ni la contin– gencia de todo aquello que depende de una voluntad libre. Hoy advertimos con nitidez que no tiene el mismo contenido el concepto de naturaleza al hablar de la naturaleza divina o al decir que es propio de la naturaleza del fuego el quemar. En el primer caso tiene la misma vigencia metafísica que el concepto de esencia. En el segundo caso, nos referimos a un orden firme, pero en el que cabe la excepción, el milagro~ Este es algo impensable dentro del necesitarismo griego y del sistema de Aristóteles en particular. Pero es una posibilidad ínsita en la visión de los pensadores cristianos. Con ello, queda resquebrajado el cosmos griego para dar paso a un mundo que en sus leyes físicas pende de la voluntad de Dios 39 • Durante los siglos XVIII y XIX volvió la ciencia al necesitarismo griego. De aquí su enemiga al milagro. Hoy, en un movimiento de balancín extremo, prefiere la ciencia interpretar las leyes naturales como ineras leyes estadís– ticas. Los grandes pensadores de la edad media, ni aceptaron en el ordo naturae el puro determinismo metafísico de los griegos, ni sus principios están conformes con una causalidad meramente estadística. Lamentamos que este problema sobre el concepto de naturaleza, clave de toda interpretación cosmológica, se halle casi ausente en las páginas de la gran obra de Van Steenb. Y sin embargo, pensamos que es por el aná– lisis de este concepto y otros igualmente fundamentales por donde ha de iniciarse la discusión en torno al influjo respectivo de las diversas fuentes del pensamiento medieval. No basta, por lo mismo, elencar las citas que los autores medievales tomaron de Aristóteles o de autores platónicos y neo~ platónicos. Van Steenb. alaba, con justicia, los trabajos de P. Robert y de C. Wenin 40 • Son muy meritorios estos esfuerzos, no ajenos a nuestros pro• pios trabajos. Pero los creemos insuficientes y hasta desorientadores si no se enjuicia el elenco de citas a la luz de los grandes problemas, de las intui– ciones primeras y fundamentales. E. Gilson, que roza muchas veces este concepto de naturaleza, se de– tiene preferentemente en el tema del esse. Piensa que de la interpretación de este primer concepto penden las diversas metafísicas. Por ello, la meta– física de los grandes pensadores cristianos es muy otra que la griega. Ahora bien; advierte el gran medievalista que la interpretación del esse que dan los pensadores cristianos la dan vinculados a la tradición bíblica. Es sabido que el famoso texto del Exodo (III, 14): Ego sum qui sum, recibe diversas 39. En nuestro estudio cit. en la n. 35, En torno al supuesto positivismo de J. Duns Escoto, probamos que el positivismo que se le ha imputado a Duns Escoto no tiene otro fundamento que el haber aplicado este doctor al orden moral los tres órdenes que todo pensa– dor cristiano admite en el orden real. 40. Laphilosophie... , p. 209.

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