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13 HACIA UNA INTERPRETACIÓN DE LAS GRANDES SÍNTESIS DOCTRINALES... 325 samiento medieval suscitará en todo espíritu reflexivo una problemática muy seria en la intepretación del pensamiento cristiano. ¿Qué conciencia toma de ello Van Steenb. en su ponderada obra y cuál es su respuesta? Ya indicamos que los principios que propone nos parecen justos, aun– que incompletos. Pero no toma conciencia en su libro de actitudes como la de Ortega o la más radical de A. Nygren. Una vez más los debates caseros, en ocasiones se llega a la cominería en su reiterada polémica con E. Gilson, han ostaculizado el poderse asomar a otras panorámicas desde donde se otean los grandes temas de nuestra metafísica occidental. Lo peor del caso es que, a pesar de reconocer que Santo Tomás recibe influjo de la revelación cristiana, la obra deja la impresión de haberse que– rido desentender de este influjo para clavarse con sobrada insistencia en el dilema que, con menos justicia, Ortega reprocha a E. Gilson: o platonis– mo o aristotelismo como primarios y más decisivos influjos en la :filosofía de los pensadores de la edad media. Si ya el silencio sobre el influjo estoico es injustificable en esta obra tan prometedora y ambiciosa, es mucho más grave la tendencia a minimizar el influjo del cristianismo en la obra :filo– sófica de los máximos representantes del pensamiento cristiano. Tomamos conciencia de lo severa que es nuestra objección al monumental estudio de Van Steenb. Por ello, nos apresuramos a presentar las pruebas que la han motivado. Tal vez estas reflexiones puedan contribuir a iluminar el futuro de este gravísimo problema. El nudo de la dificultad se halla, al parecer, en la distinta visión que tienen los historiadores sobre el problema de las fuentes. Van Steenb. ha optado por un dilema que no existió con le exclusivismo que él sostiene, dilema que tanto recrimina Ortega a la escolástica: platonismo o aristote– lismo. De donde la fórmula clave en toda la obra para interpretar los gran– des sistemas medievales: aristotelismo neoplatonizante. Nosotros hemos optado en nuestras modestas investigaciones por la doble fuente del helenismo y cristianismo 35 • Helenismo, no limitado a Pla– tón y Aristóteles, sino enriquecido con otras aportaciones demasiado si– lenciadas en esta obra. Cristianismo, porque su influjo lo juzgamos decisivo en la transformación de los conceptos más básicos del pensamiento griego hasta llegar a integrarlos dentro de otro espíritu y de otra intuición funda– mental. 35. Cf. Doble fuente del concepto de naturaleza en San Buenaventura, en Atti del III Congreso internaz. di filosofia medioevale. Milano, pp. 447-454; La estructura de la Ciudad de Dios a la luz de las formas fundamentales del. amor, en Augustinus, Homenaje al P. VI– torino Capánaga. Madrid, 1967, pp. 355-374; Metafísica del Bien en la teología de San Buena– ventura, en Naturaleza y Gracia, l (1954), 7-38. En torno al supuesto positivismo de Juan Duns Escoto, en Verdad y Vida, 24 (1966), 283-304; Hacia una fenomenología del amor en el pensamiento de J. Duns Escoto, en Duns Escoto y las corrientes filosóficas de su tiempo. Ma– drid, 1968, pp. 193-225.

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