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30 E. RIVERA DE VENTOSA juicio la vida afectiva del medioevo occidental en lo que de más intenso y más hermoso tiene" 9 • Son, sin embargo, sus escritos el mejor testimonio de su misticismo sereno y equilibrado. Desde los seres sensibles San Buenaventura se va elevando paulatinamente hasta la divina tiniebla en la que el alma se fusio– na con Dios al final de una escala ascendente que va pasando por todos los peldaños de la vida intelectual. Es esto lo que nos ha dejado reflejado en su libro breve, pero incomparable summa del misticismo: ltinerarium mentís in Deum. También Bergson debe ser considerado un filósofo del misticismo a la altura de su tiempo. Ha visto la ingente vastedad del mundo de la vida atravesado por una fuerza vigorosa a la que ha llamado l'élan vital. Pues bien; este ímpetu vital da sus máximas palpitaciones en los santos. Ante ellos Bergson no es capaz de comprender que la ciencia moderna los haya tachado de tarados. La reflexión psicológica advierte que los místicos es– tán dotados de una robusta salud espiritual que se manifiesta por el gusto de la acción, la facultad de adaptarse y readaptarse a las circunstancias, la firmeza de la voluntad unida a una delicada finura de acoplamiento. En fin, un buen sentido superior es siempre algo propio de los místicos. Por ello, los místicos pudieran servir para definir la robustez espiritual 10 • Reivindicados los místicos en sus caracteres psicológicos humanos, Bergson ve en ellos la cumbre más valiosa que puede alcanzar el hombre en su ascenso por los caminos de la vida. Sobre todo, por lo que toca a la ascensión en el amor. La crítica avisada advierte que junto con estas convergencias iniciales entre San Buenaventura y Bergson se dan diferencias no pequeñas. Lo ire– mos viendo a lo largo del estudio. Baste por el momento dejar constancia de esta convergencia fundamental que nos puede servir de base para nuestras reflexiones ulteriores. En efecto; la vida mística supone una peculiar interpretación antro– pológica del hombre. Y es precisamente esta interpretación antropológica el objeto primario de este estudio. Si la vida mística es plenitud, según acaban de decirnos los dos grandes pensadores que estamos estudiando, ha de pasar por tres niveles ascendentes: el nivel de la experiencia sen– sible, el nivel de la experiencia íntima y el nivel metafísico. Con matices muy propios, San Buenaventura y Bergson señalan estos tres niveles ascendentes. Es un itinerario mental común a ambos pensa– dores. Estudiemos este itinerario con alguna detención. 9 Ibid., 8-9. 10 Les deux sources, 1168-69.

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