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62 E. RIVERA DE VENTOSA libros, De divinis nominibus, se lee: "Dios como tal no es semejante a na– die, pero otorga la semejanza a aquellos que se dirigen hacia él, imitándole según la posibilidad por encima de todo límite y razón" 107 • En sí misma considerada la deiformitas es para San Buenaventura, como en toda la línea platónica, más una conquista que una propiedad del alma. Y en esto se diferencia también de Santo Tomás. Mientras que éste basa la deifor– midad en la participación de la naturaleza divina y es, por lo mismo, una realidad fundamentalmente estática, para San Buenaventura la hace con– sistir primariamente en el retorno a Dios, en la vuelta del alma a su prin– cipio fontal 108 • Ya Plotino había planeado el viaje de las almas hacia su semejanza con Dios por el camino de las virtudes. San Buenaventura retoma este tema y cristaniza el itinerario mental de Plotino, al señalar que la plena semejanza con Dios sólo la logra el alma por las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad. En su obra, De septem donis Spiritus Sancti, razona sobre este tema desde la tendencia íntima de los seres. Todos ellos tien– den a su origen: la piedra hacia abajo, el fuego hacia arriba, los ríos hacia el mar. Pero hay algo propio del hombre que enuncia así: Deiformis est creatura rationalis, quae potest redire super originem suam per memoriam, intelligentiam et voluntatem 109 • Aquí la tendencia de todo ser a su fin, se transforma en abertura a Dios, cuyo acercamiento a El por una semejanza siempre más fiel se obtiene por las virtudes teologales. En el Breviloquium puntualiza más esta conformidad de la creatura con Dios. Puede ser una conformidad al primer principio según la unidad, la verdad y la bondad. Entonces la creatura es tan sólo vestigium. La con– formidad es todavía lejana. La segunda conformidad tiene lugar cuando el Primer Principio es captado por las potencias del alma: memoria, in– teligencia y voluntad. Radica esta conformidad en que el alma es imago. Se halla ya más cerca de Dios. Finalmente, Dios viene a ser don infuso que el alma capta por la fe, esperanza y caridad. Radica esta conformidad en que el alma es similitudo. La conformidad es entonces muy semejante a Dios. Pero su estudio ya es incumbencia del teólogo. Aquí baste dejar constancia de esta graduación, tan esencial al sistema bonaventuriano 11 º. Los pasos que el alma ha de dar en este itinerario hacia la divina semejanza son descritos detenidamente en el capítulo III del Itinerarium. 107 De divinis nominibus, IV, 18; PG 3, 716. 108 Cf. J. J. Hartnett, Doctrina Sancti Bonaventurae de deiformitate (Mundelein 1936); G. J. G. Bougerol, lntroduction a l'étude de saint Bonaventure (Tournai 1961) 79-91. 109 De donis Spiritus Sancti, coll. III, n. 5; Op. O., t. V, p. 469a. uo Breviloquium, p. II, 12; Op. O., t. V, p. 230b.

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