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SAN BUENAVENTURA Y HENRI BERGSON 59 médico-filósofo, Rof Carballo, en seguimiento de Heidegger, teólogos de nombradía ponderen el antropocentrismo. Y que a este antropocentrismo lo titulen cristiano. La obra de J. B. Metz, Antropocentrismo cristiano, que nos parece sin valor como exégesis histórica de Santo Tomás, es un exponente de esta tendencia 96 , Esta introducción nos hace ver el alcance del problema que plantea el tercer nivel de nuestra vida mental, nivel en el que la mente humana se relaciona con el .ser. ¿ Cómo han explicado esta relación los dos pensado– res, objeto de nuestro estudio? Antes de responder a la pregunta recordamos una distinción para ob– viar malentendidos. La palabra ser puede significar el ser común, objeto de la metafísica o también el ser pleno, que llamamos Dios, fuente y principio de toda realidad, del cual habla la metafísica en su cúspide, en su último momento. Pues bien; en esta reflexión antropológico-metafísica nos limita– mos a estudiar al hombre en relación al ser pleno, en relación a Dios. De– nunciamos, con ello, la ambigüedad radical en que se mueve el pensamien– to del último Heidegger, al hablar insistentemente de la llamada del ser y de que el Dasein debe hallarse siempre en vela como vigía y pastor del ser. Estas frases no carecen de sentido porque han pasado a la metafísica secu– larizada de Heidegger desde la teología y mística tradicional. De aquí la ambigüedad que late en las mismas. De esta ambigüedad se halla muy distante San Buenaventura, aunque en ocasiones sea casi imperceptible su tránsito del ens in communi al ens plenum, como en la meditación metafísica del capítulo V del Itine– rarium. Hechas estas aclaraciones intentemos ahora responder a la pregunta sobre las relaciones del hombre con el Ser pleno, según San Buenaventura. Estas relaciones del hombre las estudiamos, no en cuanto creatura, en lo cual conviene con los otros seres inferiores, sino desde su peculiaridad antropológica 97 • 1' 6 Cf. J. B. Metz, Antropocentrismo cristiano. Sobre la forma de pensamiento ele Tomás de Aquino, trad. esp. (Salamanca 1972). Para que nuestro breve juicio crítico no quede sin apoyo documental hacemos esta breve reflexión. Metz apoya reiteradamente su postura en que Tomás de Aquino enuncia esta tesis: Anima est quodammodo omnia. Pero la crítica histórica advierte que, al citarla, se vincul¡¡ siempre a Aristóteles (III de Anima), como él mismo reconoce (p. 70). ¿Cómo entonces este texto puede justificar el antropocentrismo de Santo Tomás mientras se declara cosmocéntrico a Aristóteles? Ciertos principios fundamentales deben fundamentar una mentalidad similar. Por qué ello no sucede aquí Metz no lo explica. La objeción de crítica histórica adquiere aún más fuerza si se observa que también San Buenaventura utiliza reiteradamente este mismo texto y vinculado igualmente a Aristóteles. Pero sería algo carente de sentido histórico hablar de antropocentrismo en este doctor, como luego veremos. 97 La antropología de San Buenaventura ha sido recientemente objeto de un estudio ponderado, con una bibliografía exhaustiva, por J. Cerqueira GonGalves, Homen e mundo em Siio Boaventura (Braga 1970).

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