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54 E. RIVERA DE VENTOSA cribe como une continuité d'écoulement 8 1. Un nombre muy significativo ha troquelado Bergson para designar a esta esencial movilidad, a esta con– tinuidad indivisa del segundo estrato de la conciencia: durée. Tres notas señala a la misma. La primera apunta a lo que pudiéramos llamar su esencia metafísica. Consiste en que la durée es constitutivamente tendencia, dinamismo. La segunda subraya la mutua compenetración de todos los elementos de la conciencia en un despliegue dinámico. La intui– ción nos muestra a la conciencia como irreversible, como veía la realidad Heráclito. No nos podemos bañar dos veces en el mismo río. Menos po– sibles son dos estados de conciencia idénticos. Finalmente, la tercera pone en relieve que la conciencia actúa siempre en forma unitaria y totalizante. Hoy lo ha puesto en relieve la Ganzheitspychologie. Bergson lo había pen– sado ya en su intuición de la conciencia como durée. Lo más discutible de la interpretación bergsoniana de la intuición de la conciencia consiste es atreverse a interpretar toda la realidad según el fluir que la intuición ha percibido en la conciencia. Por este camino juzga Bergson que ha podido captar el verdadero ser de las cosas, su realidad metafísica. Según él, la metafísica durante siglos no es más que un zurcido de conceptos fijos, por lo que el auténtico ser de las cosas era inatingible. El ve toda la realidad según el modelo de la propia conciencia. Sur le modele de la réalité de notre propre personne, dans son écoulement, nous devons nous représenter les autres 82 • Ahora bien; si la nota primera de nuestra conciencia es ser pura movilidad, se sigue que toda realidad, mo– delada según ésta, es también pura movilidad. Nada, por lo mismo, está hecho. Todo es un puro hacerse, un devenir constante y renovador. San Buenaventura tendría que hacer muchos reparos a esta visión de la conciencia como pura movilidad. Esto hace muy difícil la autonomía y responsabilidad de la persona respecto de sus propios actos de conciencia. Pero la oposición entre los dos pensadores se hace aún más tensa en el tercer momento de la intuición: el de las verdades eternas. A Bergson le repugnó siempre el camino de la verdad hecha. Se le hace muy difícil asentir a una trascendencia exterior al mismo devenir. En su obra, L'évolution créatrice, se enfrenta con la gran metafísica griega de las Ideas, que es recogida por el pensamiento cristiano y que halla en San Buenaventura un momento estelar. Pues bien; contra esta gran metafísica no se arredra en lanzar este juicio peyorativo: On aboutit a la philosophie des ldées quand on applique le mécanisme cinématographique de l'intelli– gence a l'analyse du réel 83 • 81 'Le pensée et le mouvant', Oeuvres, 1342. 82 'Le pensée et le mouvant', Oeuvres, 1344. 83 'L'évolution créatrice', Oeuv,.e,, 761.

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