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48 E. RIVERA DE VENTOSA Según San Buenaventura, en la intuición de los primeros principios ac– túan sobre la mente dos influencias luminosas. La primera es el destello de luz que parte de los mismos términos en que se enuncia y que obliga a la mente a que asienta o disienta de lo que se propone. San Buenaventura exige, además de ésta, otra influencia luminosa. No es un nuevo destello del objeto, sino una luz reflejada de las verdades eternas en los principios captados por la mente. En tal manera, que al mis– mo tiempo que la mente intuye los primeros principios en los mismos tér– minos en que se formulan, tiene igualmente una contuición de las verdades eternas que fundamentan dichos principios. El influjo respectivo de estas dos luces lo precisa San Buenaventura en un texto muy comentado, que luego citaremos más detenidamente, en el que distingue la ratio aeterna~ de la que se dice que es regula et motiva y la ratio creata. De ambas luces en confluencia feliz brota la intuición de los primeros principios. La primera influencia luminosa es aceptada por todas las filosofías es– piritualistas contra el empirismo y sensualismo. La disensión entre los espi– ritualistas surge cuando se trata de determinar la necesidad de la segunda. El mismo San Buenaventura, al examinar esta iluminación, distingue tres actitudes. La primera afirma que la luz de las verdades eternas es la única que posibilita nuestro conocer: tata et sola. Esta actitud se halla en la línea del pensamiento platónico. Pero San Buenaventura objeta contra ella que lleva ineludiblemente al escepticismo que ya se apoderó un día de la Academia. La otra interpretación es la propuesta en sus mismos días por Tomás de Aquino, el cual ve en la luz del entendimiento agente la única irradia– ción necesaria y efectiva de la luz eterna. A San Buenaventura esta influencia sobre el entendimiento agente le parece incompleta. Su postura la declara con estas palabras: "Et ideo est tertius modus intelligendi, quasi medium tenes inter utramque viam, scilicet quod ad certitudinalem cognitionem necessario requiritur ratio aeterna ut regulans et ratio motiva, non quidem ut sola et in sua omnímoda claritate, sed cum ratione creata, et ut ex parte a nobis contuita" 6 4. En este texto advertimos en primer término cuán consciente es San Buenaventura de su actitud ante el grave problema. Tiene fina sensibilidad para captar las otras dos posturas a las que declara decididamente inacep– tables. Contra los aristotélicos reafirma que no basta la acción iluminadora del entendimiento agente sino que se precisa de la ratio aeterna ut regu– lans et motiva. Contra los platónicos, que quieren intuir la luz eterna, in- 6 ¾ De scientia Christi, q. 4c; Op. O., t. V, p. 23b.

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