BCCCAP00000000000000000000769

46 E. RIVERA DE VENTOSA San Buenaventura opta decididamente por un camino opuesto al de Tomás de Aquino y no admite el intermedio de las especies sensibles para el conocimiento de la propia alma y aún para todo conocimiento de los seres suprasensibles. Frente a la tesis que hace depender del sentido todo nuestro conocimiento, enunciada por Santo Tomás, San Buenaventura formula con plena conciencia otra muy distinta: "Mens igitur ipsa, sicut rerum corporearum notitiam per sen– sum corporis colligit, sic incorporearum per semetipsam" 59 • Y en otra ocasión, al preguntar: Utrum omnis cognitio sit a sensu, cara a la gnoseología aristotélica, responde: "Dicendum est quod non: necessario enim oportet ponere, quod anima novit Deum, et seipsam, et quae sunt in seipsa, sine adminiculo sensuum exteriorum. Unde si aliquando dicat Philo– sophus, quod nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu, et quod omnis cognitio ortum habet a sensu, intelligendum est de illis, quae quidem habent esse in anima per similitudinem abstrac– tam" 60 • En su deseo de no chocar con el Filósofo por antonomasia, Aristóteles, observa que, si este enuncia el principio de que todo nuestro conocimiento proviene del sentido, hay que entenderlo tan sólo de los conocimientos que obtenemos per similitudinem abstractam. Esta nueva fórmula nos introduce de lleno en la psicogénesis del cono– cimiento intuitivo. En efecto; según el doctor medieval el conocimiento que se realiza per similitudinem abstractam no es intuitivo, sino abstrac– tivo, que tiene lugar cuando el objeto se halla ausente. Si, por el contrario, el objeto se hace presente, actúa la intuición, que es siempre un conoci– miento más pleno y más perfecto que el meramente abstracto. San Buenaventura aplica este principio al conocimiento que tiene el alma de sí misma. Esta está siempre presente al entendimiento. Este no necesita de ningún elemento determinante que le haga pasar de la poten– cia al acto, pues siempre se halla en acto con relación al alma. Basta que dirija a sí mismo la atención. En el preciso momento en que tiene esto lugar, al margen de toda semejanza o especie, se da un conocimiento ple– namente intuitivo, de presencia. En este momento de su reflexión San Buenaventura se anticipa a la intuición de las esencias que tanto ha sido cultivada por la actual feno– menología. Expresamente nombra unas líneas antes del último texto ci- 59 II Sent., d. 3, p. 2, a. 2, q. 1, f. 6; Op. O., t. II, p. 109b. 60 JI Sent., d. 39, a. 1, q. 2c; Op. O., t. II, p. 904b.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz