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SAN BUENAVENTURA Y HENRI BERGSON 45 se hallan más que distanciados, opuestos. Al no hacer San Buenaventura problema de ello, y partir de un concordismo inexistente en las fuentes de su gnoseología, sus fórmulas tienen que sufrir de ineludible ambigüedad 56 • De todo ello deducimos que el análisis de San Buenaventura sobre la intuición sensible es más bien pobre y carente de precisión. 2. Intuición de la propia alma. En este segundo momento de la intui– ción San Buenaventura pisa el terreno firme de la tradición agustiniana. Nunca es más rico en vivencias y más eternamente actual San Agustín que en la introspección de los estados de su conciencia, en la intuición de sí mismo. Pues bien; se ha dicho, y con plena verdad histórica, que el lema agustiniano: In te ipsum redi, in interiore homine habitat veritas, dirige y resume la antropología de San Buenaventura 57 • La crítica histórica debe constatar esta deuda del doctor medieval res– pecto de San Agustín. Pero aquél no se contenta con repetir a éste. Tiene a su disposición una rica terminología lógica y metafísica de que aquél no disponía. Y con élla precisa y enriquece el legado agustiniano. En primer lugar se ha de advertir que la intuición de la própia alma, hoy diríamos de la propia conciencia, es el primer objeto, no en importan– cia pero sí en el plano psicogenético, de la actuación de la ratio superior. El segundo objeto será la intuición de las verdades eternas, como muy luego veremos. Sobre el primer objeto de la ratio superior, la intuición del alma, es de advertir cuán distinto camino toma San Buenaventura respecto de la di– rección que en sus días emprende Santo Tomás. Este aplica íntegramente su aristotelismo al tema del conocimiento del alma y, por lo mismo, hace depender este conocimiento de las especies o formas abstraídas de lo sen– sible per lumen intellectus agentis. El alma se conoce a sí misma, no per essentiam suam, sino única y exclusivamente por los actos que ejerce, los cuales son captados via sensus. Es obvio que en esta gnoseología de cuño aristotélico el conocimiento del alma por sí misma no es posible. Entre el conocimiento y la propia alma se interpone la especie sensible 58 • r,G Por tres veces en una sola cuestión repite una fórmula parecida de concordia entre Aristóteles y San Agustín: "lmprobat et reprobat tam philosophus quam Augustinus", "Nec iste modus dicendi consonat verbis Philosophi et Augustini", "Et hoc verbis Philosophi et Augustini concordat". (II Sent., d. 39, a. 1, q. 2c; Op. O., t. II, pp. 902-3. 57 Cf. H. Borak, Philosophia S. Bonaventurae . .. , 285. Sobre el terna véase J. de Dieu, 'La intuition sans concept et la théorie bonaventurienne de la contern– plation', Études franciscaines 7 (1956) 63-74, 133-54; 8 (1957) 21-36; el rnisrno, 'L'intuition de la présence et la théorie bonaventurienne de la forrnation du concept,' Études fl'anciscaines 8 {1957) 21-32. Completa este estudio otro publicado en la rnisrna revista 9 {1958) 35-56, con el título: 'Intuition sans concept, expérience religieuse et forrnation du concept'. 58 Cf. Summa Theologica, I, q. 87: Quomodo anima intellectiva seipsam et ea, quae sunt in ipsa, cognoscat.
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