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SAN BUENAVENTURA Y HENRI BERGSON 37 Por otra parte, la luz que posibilita el que estos objetos sean captados es la luz del entendimiento agente que hace factible la abstracción psico– lógica por la que la razón eleva estos objetos a conocimiento universal. Pero esta luz del entendimiento agente San Buenaventura no la cree su– ficiente para las verdades últimas y superiores, contra lo que en su tiempo pensaba Santo Tomás y pensará más tarde Duns Escoto. De aquí la radical provisoriedad y deficiencia de este modo de conocer. Esta provisoriedad queda patente en este texto entre otros muchos que pudiéramos acotar: "Cum enim spiritus rationalis habeat superiorem portionem rationis et inferiorem; sicut ad plenum judicium rationis delibera– tivum in agendis non sufficit portio inferior sine superiori, sic et ad plenum rationis judicium in speculandis" 30 • Según esto, ni en el plano deliberativo de la acción, ni en el plano pu– ramente especulativo, la ratio inferior es suficiente sin la ratio superior. Sólo bajo el influjo de la luz que viene de arriba, es decir, de la Verdad Eterna, es posible alcanzar la verdad plena cuyo conocimiento se inicia en contacto con lo sensible, que es el único objeto asequible a la ratio in– ferior. La tercera nota de la cognitio scientialis es la mutua ayuda que en ella se dan la ratio inferior y la ratio superior. San Buenaventura utiliza aquí una comparación de San Agustín que hoy nos parece de mal gusto. Llama a la ratio superior, varón y a la ratio inferior, mujer. Y establece entre am– bos un connubio espiritual de mutua ayuda. Recojamos de esta compara– ción la idea del mutuum obsequium, adjutorium, como lo más aprovecha– ble de este matrimonio intelectual cuyo vínculo debemos estudiar por otros textos 31 • En efecto; en ellos se precisa que esta unión entre la ratio inferior y la ratio superior no es universal. San Buenaventura, en oposición neta a la corriente aristotélico-tomista afirma que no todos nuestros conocimientos provienen del sentido. Con resolución afirma: "Necessario enim oportet ponere quod anima novit Deum et seipsam et quae sunt in seipsa sine adminiculo sensuum externo– rum. Unde si aliquando dicat Philosophus quod "nihil est in in– tellectu quod prius non fuertit in sensu" et "quod omnis cognitio ortum habet a sensu", intelligendum est de illis quae quidem habent esse in anima per similitudinem abstractam" 32 • 30 De scientia Christi, q. IVc; Op. O., t. V, p. 24a. 31 II Sent., d. 24, p. I, a. 2, q. 2c; Op. O., t. II, p. 564. 32 II Sent., d. 39, a. 1, q. 2c; Op. O., t. II, pp. 902-3.

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