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624 E. RIVERA DE VENTOSA 4 El tercer punto que Amor Ruibal eme propio de la escuela franciscana versa sobre las razones seminales. A lo largo de su magna obra se hacen in– contables referencias a esta vieja doctrina. Y sin embargo, no parece que la haya captado en toda su hondura. A Amor Ruibal le ha cegado esta oca– sión, como en muchas otras, su antiplatonisirno. Este antipla.tonismo le incita a ver, por contraste, más platonismo en el pensamiento cris,tiano del que efectivamente se da. Según nuestro, pensador las razones seminales han de ser interpretadas en el sentido de que el esqiwma platónico d'e las ideas venía a ser, para los escolásticos que admitían tal teoría, el modelo según el cual se van estru,c.turando los diversos seres en sus distintos gradosc. «Las razones seminales, escribe, en el mundo sensible no son causa de la realidad material de cada ser, sino esquema de idealida:d platónicamente objetivada que sirve de fondo a lo sensible, fija sus contornos, y determina su dtinamismo y eficiencia. para todo lo que previamente se estatuye en el cuadro de aquella idealidad vivificadora» 7 • Dos reparos serio.s ·tenemos que hacer a esta :in 1 terpretación amorrui– blista. El primero y más grave consiste en que dentro del pensamiento cristiano, desde San Agust:in hasta Duns Escoto, el problema básico que late bajo las d:iscutidas razones seminales es el problema de la causalidad de la creatura. ¿Cómo, en efecto, ésta puede causar y concurri,r con la acción del Creador? Un agustinista, ya bien moderno, N. Malebranche, pen– saba que se paganizaría nuestro concepto cris•tiano del cosmos si se conce– diera a la creatura lo que él concepitúa exclusivo del Creador: la causalidad. Este problema de la causalidad, ya en sí muy difícil, s:e agravó en la esco– lástica con moti,vo de la famosa, entonces, generatio aequivoca. Hoy para nosotros: no es problema que en un cuerpo putrefacto se ceben los, gusanos. Pero el pensador medieval se preguntaba muy en serio cómo nacían tales seres minúsculos. La teoría de las razones seminales intentaba resolver estos enigmas, aclarando el gran problema de la causalidad cósmica, sobre todo en el momento en que aparecen nuevas formas vivientes. Es la causa– lidad lo que preocupa al pensador escolástico al discutir las razones semi– nales y no el de.seo, ,inexistente, a nuestro juicio, de estructurar el cosmos según el esquema ideal platónico. A es,te primer reparo doctrinal añadimos: otro sobre filiaciones doctri– nales. No negamOLs que el platonismo -y más: aún ,el neo-platonismo de Plotino~ haya influido en la transmisión de la doctrina de las razones seminales. Pero parece evidente que el influjo esitoico· es aun mayor. Son los estoicos los que, despreocupados del ,esquema ideal platónico, buscan en la misma naturaleza las fuerzas inmanentes, capaces de expUcar el desarro- 7. Los proble.mas•.. , t. 1, p. 157.

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