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MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA ca, repartiendo la gente por sus puestos. Infundió en todos tal valor con sus palabras y vigilancia, andando de unas part•es a otras, que casi deseaban empezase el combate para hacer cada uno su deber en tan forzoso aprieto y en tan católica demanda. Estando ya todos armados y en sus puestos convenientes, se acercó el navío holandés a tiro de pistola del nuestro, y, viendo que no tenía bandera alguna, preguntó el capitán hofandés, como suelen: «¿ Qué giente ?» A que Fakoni le res– pondió diciendo: «Gente del mar» . Esta respuesta tan equívoca le <lió mucho que sospechar y haciendo un caracol con su bajel, sin hablar más palabra, s·e engolfó hasta casi perderlo de vista. 3.-Con ,esa retirada se sosegó la gente un poco y aun se persua– dieron a que no se había atrevido a embestirles por haberlos visto tan prevenidos y dispuestos para pelear; pero se desengañaron luego, porque volvió a ellos con suma velocidad. Con eso tomaron segunda vez las armas y los puestos, juzgando sería ya fija la batalla. El ánimo del enemigo era apresar nuestro bajel, para cuyo .ef.ecto y poderlo eje– cutar con más seguridad, quiso r·econocer primero el mar y explorar si iba en su conserva alguna embarcación. Hicieron los religiosos va– rias súplicas a Dios y a su Madre Santísima para que los• librase de tan manifiesto peligro. Oyólos su Majestad divina y con tanta benignidad , que llegando el enemigo a tiro de cañón, en lugar de disparar ·su ar– tillería, echó las áncoras y, arrojando al mar una lancha. envió dos hombres de porte a bordo de nuestro navío, para hacer el siguiente re– querimiento. Preguntaron en lengua portuguesa, qué gente tenía la nave, que de dónde había venido a aquel puerto, qué buscaban en aque– lla región y si llevaban pasaporte de los superiores de-1 comercio de Holanda. El capitán Falconi, reconociendo las astucias de lo-s comisa– rios, usó de las palabras ,equívocas siguientes y respondió : Que su capitán había saltado en tierra, por lo cual no podía mostrar 'el pasa– porte; que si deseaban ,verlo, fuesen a buscarlo a la ciudad; que el ba– jel era de Europa y había venido a aquel puerto a negocio especial y de mucha importancia del señor Don Daniel de Silva, conde de Soño. 4.-Con esta respuesta s,e .volviieron los comisarios a su bajel e in– formaron de todo al capí,tán, pero éste, po,co satisfecho de 1a respues– ta, volvió a enviar a lns mismos comisarios con nuevas réplicas, escri– tas en un papel, añadiendo a ellas amenazas. Respondióles Falconi di– ciendo : Que a no mirar al r,espeto debido al príncipe, en cuyo puerto se hallaba, no hubiera dado lugar a tantas demandas y réplicas , pero que tuviesen entendido que, si ellos empezaban la guerra, procuraría

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