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LA MISIÓN DEL CONGO 39 boca, al entrar en ,el mar, tiene de ancho más de veintiuna millas y entra con íncr,eíble ímpetu, y allí tiene término su curso, habiéndole empezado desde Etiopía la al<ta o sobre Egipto. Luego que dieron fon– do, echaron el batel al agua, y ,el capitán con algunos soldados bien armados ,entraron en él y salieron a tierra pará ver si descubrían algún paisano o población cercana qne les irtformase. del camino que habían de seguir los misioneros en des,emparcando. Fueron penetrando male– zas y, después de largo rato, llegaron a un · llano donde encontraron una iglesia pequeña, hecha ,de madera y paJa, pero con su altar para decir Misa, y delante de ella una cruz grande. Este hallazgo fué para todos de sumo consuelo, y de él tomaron motivo los religiosos para persuadirse que aquellos pueblos no ,estaban pervertidos de los herejes holandeses ; con que, no habiendo encontrado persona alguna de quien tomar noticia, como se fuese acercando la noche, trataron de volvers,e al navío, donde refirieron a los Padr,es el hallazgo de! la iglesia y de la cruz. Grande fué, sin duda, lá que después tuvieron en .el mismo puerto, aún antes de salir a tierra; de ella hablaremos después, y aho– ra daremos notkia del sumo ejemplo que los misioneros dieron e'n el bajel durante el tiempo de &u larga navegación. 8.-No es justo ,el omifa· el dar noticiad~ maravilloso ejemplo qt11e dieron los misioneros en su viaje y del} gran fruto que consiguieron con ét, Jo cua:l conduce para fa gloria ,de Dios, edificación de ios fie}es y ejiemplo. de los reiligí,osos, qu~ cada día pasan a predicar ila f.e a tiierras de infieles. Con ser alJ parecer difícit d,e componer en un baj,eJ fa vida regular, 1o consiguieron 1os misioneros y pudiieron casi por to:do el via– je continuar los ,ejercicios espirituailies de oración y morrtificación q,ue practica la Orden cuotidianamente en sus conventos. De iglesia y ora– torio Ies servía la cámara de popa ; allí se celebraban a;l dí•a dos Misas a fo menos, y no en seco, y l.os quie 110 las decían, hasta llegar su turno, <.:omulgaban en Ja primera y daban gracias ein la segunda. Pero en los días de precepto la decílan todos, si no es cuando se alborotaba el mar. E1 tiempo se -repa.1tía., a.sí de día como de noche, con uniforme r•egula– ridad, y tal que parncía haberse converitiido el navío en monasterio muy de la Santísima ffrinidad (Archivo de Propaganda Fide.-Scritt. ant ., vol. 247, f. l:!O y 127.-- Hay también una copia de dicha carta en la B. del Palacio Nacional de Ma– drid, Ms. 2.557, ff. 1-2). Casi lo mismo, juntamente con los progresos de la misión, nos los refiere en otra carta el P. Angel de Valencia (8 de junio de 1646). (Cfr. «Copia fielmente sacada de una relación que el Pa<lre Fr. Ang·el de Valencia... escribió a esta Provincia de An– daluzía... su fecha e,n la ciudad de Pinda »... Impresa en Cádiz, en 1646.-B. N.--Ms. 3.818, ff. 130-131).

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