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LA · MISIÓN DEL CONGO ligencias y los avíos necesarios para pasar a Africa y ·emprender tan larga navegación, no pudo ver ,el fin d·e negocio de tanta importancia y que des·eó en gran manera ver .efectuado. Por tanto, habiendo Nos su– cedido en su lugar, aunque con méritos desiguales, siendo Dios el autor, y amando a Tu Maj,estad con paternal afecto en la caridad de Cristo, por la real piedad que resplandece en tu ánimo, así: de celo de la ReJli– gión Católica como de rendimiento a esta Silla Apostólica de San Pe– dro, pusimos el cuidado y solicitud conveniente para la más preve ex– pedición de dichos Capuchinos. Estos, con nuestra bendición, se enca– minan ya para Tu Maj,estad y esperamos en la divina gracia lograr por su medio frutos muy pingues; y, por lo que toca a Tu Maj,estad, no dudamos r•ecibiréis a estos siervos d·e _Dios p,enignamente, cuando con tanto afecto y con tantas instancias nos los has pedido ; ni que procu– rarás patrocinarlos con tu r,eal alltoridad en todo tiempo, mayormente cuando no por otro fin que ,el de solicitar la salvación de las almas por nuestro mandato se esfuerzan todos a emprender tan largo y penoso viaje, sin reparar •en riesgos y peligros ni aun en per,der las vid.as , si fuere necesario., a trueque de hac,er a Dios ese obsequio y mirar a su mayor gloria y satisfacer al piadoso deseo de Tu Maj,estad. Ver,dade– rament•e, cualquier beneficio que Tu Majestad hiciere a ,estos obreros del Padre c-elestial d,e familias, lo recibirá el mismo Señor como propio y lo remunerará con bienes e:ternos, los cual,es eficazmente conceda a Tu Majestad ,el mismo Señor a quien asimismo cordialmente segunda vez otorgamos nuestra bendición . Daida en Roma, ~n San Pedro, a 19 de mamo de 1621, y de nues– tro Pontificado año primero» 4.---:No dese<:> menos este gran Pontífice que su antttesor, ver efec– tuada Ja misión, y en sus días hizo lo posible para ello ; mas los juicios de .Dios son incomprensibles, y así, aunque por su part,e estuviei:on li– berados los ,despachos y lo mismo por la del Rey N. S. Don Felipe, IV, la concurrencia ,de ·sucesos adversos fué tal, que tampoco s·e puso en práctica hasta después de algunos años, en que ya gobernaba la nave de San Pedro el Papa Urbano VIII, devotísimo tampién d•e los Capu– chinos, quien sucedió en -el Pontificado, desde •el año 1623, a Grego– rio XV. Precedieron al año 1621 dos formidables cometas, como pre– sagio de las calamidad•es futuras, y experimentó Europa sus efectos en las mue rtes ya mencionadas. Sobre ese golpe se repitieron sucesivamen– te los muchos que afligieron a nuestra España; porque desde entonces se empezaron las guerras con Holanda, las de Italia con Francia y las
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