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LA MISIÓN DEL CONGO 19 No se puede bien ponderar la conmoción santa que ocasionó en los áni– mos de los religiosos de las seis provincias de España el orden de Su Santidad, ni ,el fervor y celo santo con que to-dos a porfía desieaban go– zar ,de la ocasión para sacrificar a Dios s1.ts v,iidas en empleo tan de su agrado. Pasaron ,de cuatrocientos los que pidieron ser admitidos a la misión, todos los cuaies eran de vida muy aprobada y los más de ellos eran die muicha graduaJCión; porque había entre ellos número considera– ble de Padries ,de Provincia, Defrnidor,es, Custodios y GuaJ."ldianes (11). Mas para que se vea la singular pi-edad del Santí-simo Pastor y itambién Jas devotas instancias del Rey Don A~varo III, referiré a la 1,etra la car– ta de Su Santidad, qt11e, ,en respuesta de su petkión, habían die llevar los misione:-os, la cual, traducida -en nuestro idioma castellano, dice así: «A nuestro muy amaJdo hij,o ,en Cristo ALVARO, rey dell C~ngo. PAULO PAPA V. Muy amado hijo en Cristo: salud. Enviamo•s a V. Majestad los va– rones r-eligiosos ,de la áspera y -estrecha Regla de la Orden de San Francisco, que llamamos Capu,chino,s, que V. Maj,esrt:a<l, así por cartas como por medio ,de tu embajador el maestro Juan Bautista Vives, re– frendario, con tanta instancia nos ha pedido. Estos, abrasados del c-elo de la honra de Dios y llevados del deseo de la salvación de las almas, pasan a esas tierras a pelear animosamente contra -el enemigo del lina– je humano. Pequeño es el r·ebaño, pero armado d,e la virtud divina, como fu1erte y esforzado ,ejército, ve111cerá y triunfará, con iel favor y gracia del Señor, de la impie,dad y maldad y de todos los d,emás vicios que se hallan tan extendidos por esas regiones ; lo cual no será gran maravilla, pues el mismo Señor, por medio de doce ApógtoJ.es., envía- teólogo y fil ósofo. Escribió un Cursus tlveologicus, complectens praecipuas materias quae in Scholis tradi et legi solent, secund1tm ord·inem D. Thomae (Lugduni, 1641-43. 1666), un Curstts philosophicus secundum eumdem ordinem y una Apologia in defen– sionem Amialütm Zachariae Boverii (Caesaraugustae, 1645). Cfr. para su biografía La Orden Capuchina en Aragón. Apuntes históricos y bio– gráficos de la antigua Provincia de Capuchinos de Aragón. por el P. ILDEFONSO DE CIUARRIZ, O. F . M . Cap., Zaragoza, 1945, pp. 375-78. (11) Cfr. MARCOS DE GUADALAJARA, o. c., p . 246, donde dice que los que pidieron ir «pasaron de cuatrocientos, y de ellos muchos Guanlianes, otros Lec– tor-es y Pfrdica<loresll. Paulo V escribió al rey del Congo una carta (31 de agosto de 1620) anunciándo¡e que cuanto antes irían los misioneros pedidos (Cfr. Bitllarium Ord. FF. Min. Cap. uccinorum, VII, p. 192). Y cuando ya estaba preparados los doce misioneros esco– gidos de entre los españoles, cuyo.s nombres desconocemos, a excepción del P. Luis de Zaragoza, nuevamente Paulo V le anuncia la p1·onta ida de los misioneros pe– didos, con la carta que a continuación pone el P. Anguiano y que puede verse en el Bullarium, VII, ,p. 193. Asimismo, el sucesor de Paulo V en el pontificado, Gre– gorio XV, envía al rey una nueva carta anunciándole lo mismo (19 de marzo de 1621) (/bid., p. 193).

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