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LA MISIÓN DEL CONGO 7..-Una de las circunstancias que motivaron al Rey Don Alvaro III para pedir en dicha embajada a Su Santidad positivamente Capuchinos, como los pidió aun sin conocerlos, fué la buena fama que llegó a sus oídos de su mucha caridad, grande observancia regular, pobreza evan– gélica y sumo desinterés <le los bienes temporales. Este ·singular ·ejem– plo deseó ver ,en su reino dicho rey para el aumento ,de la fe y refor– mación de las malas costumbres de sus vasallos . Porque, como ens·eña la experienda, a causa del malo que suelen ver los naturales en algu– nos seglares de Europa, desprecian nuestra fe y la doctrina evangélica de los buenos ministros de la Iglesia. De donde resulta el no poder ha– cer éstos progreso alguno en largos tiempos, porque destruyen unos lo que edifican los otros. Esta fué la causa principa~ pO'r que, habiendo pasado ciento cincuenta años d•esde que se plantó la fe en d Congo hasta que llegaron los nuestros, no se vió fruto considerable y el su– vertirse a c<1Ida paso los naturales . 8.-Las naciones de Europa que residen de asiento en aquellos rei– nos etiópicos, por causa del comercio t•emporal, son muchas, y como .allí se ven el hereje, el judío y el mal católico y la vida lidenciosa que tienen, no sólo hacen odioso, para los que aun no están convertidos, el nombre de Dios y su ley santa, pero arguyen de ahí que no puede ser justa la l·ey que tolera tan depravadas acciones. Y como los comé'rcian– tes y los Misioneros son de un mismo color, infieren, aunque bárbara– mente, que todos son semejantes en las malas costumbres, y perseve– ran en ese concepto hasta que el tiempo y Dios principalmente les da a conocer la difé'rencia que hay entre malos y buenos cristianos . Mu– chos beneficios han recibido los del Congo de los portugueses y a ellos deben el principal, que es haber plantado en él la fe; mas después, por los ·excesos de algunos particulares, todos eran áborreddos de los ne– gros, así los malos como los buenos, y en tanto grado, que gustan más del comercio con otras naciones que con ellos. Desluce esta gloria d,e la nación portuguesa una política muy perjudicial, que tiene y consiste en que ordinariamente, como usan galeras, envían a aquellas partes, así para los pres~dios como para poblar los lugares, a cuantos delincuentes y facinerosos pueden haber a las manos; y, como esos son viciosos y de malas inclinac~ones, en viéndose allá, se desmandan en todo, sin te– mor ni medida, y muchos viven como gentiles. 9.-Pero volviendo al punto de la dicha embajada, procuró Su San– tidad el más breve despacho de la misión, y habiéndole parecido ser lo más acertado, el que fues.en a ella los Capuc~inos de las provincias, de 2
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