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14 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA de Dios habían fraguado aquella espantosa tempestad y sacado el cuer– po del difunto para llevarle al infierno con su infeliz alma. Con tan no– table castigo todos escarmentaron y de allí addante apreciaron la fe cristiana que se Jes predicaba. Por ese tiempo se hallaban ,en San Sal– vador religiosos de N. P. San Francisco, los cuales escribieron el casio a Roma y por mandato d,e:1 Sumo Pontífice se autenticó para perpetua memoria y escarmiento de los venideros. 2.-EI s·egundo caso sucedió también en San Salvador aunque en tiempo <le otro rey diferentle del1 pasado. Tenía ,d tal rey en su palacio ·dos í,dofos ocultos, a quienes hacía foecuen,t,e 1 s adoraciones y obs·equios, y no contento con eso, provocó a un esclavo suyo, muy buen cristiano, a que hidese fo mismo, y él lo resistió varonilmienre. Viendo el rey no sólo su constancia,en la fe, sino también el que le afeaba tan abominable pecado, lleno de furiosa rabia, le mandó cortar la cabeza.. Pero apenas le hirió el verdugo, cuando muchos de los circunstantes vieron desoen– der sobre él una nube del cielo muy clara y resplandeciente, que serví'>a de trono real a una Señora hermosísima y de gran majestad, la cual, con mucha benignidad y amor, cogió ,su a!lma y se [a llevó consigo a:l cielo. Todos quedaron atónitos cuando vi,eron est~ prodigio y se per– suadieron habn sido aquella Señora la Virgen Santísima. 3.-El caso tercero sucedió en los tiempos a11tecedentes y en la mis– ma corte de San Salvador y acaeció en la 1 siguiente forma. Hallábase predicando un religioso d,e' N. P. San Francisco a gran número dl gente y exhortándolos a la constancia en la fe y buenas costumbres, que como cristianos debían guardar ; ,de repente se levantó muy furio– so un grande hechicero y ,empezó a contradecir lo que el predicador apostólico l,es enseñaba, diciéndoles a voz en grito : «Amigos y paisa– nos míos, no creáis nada de cuanto este predicador os dice : cr,eedme a 1ní que soy vuestro natural y vecino y os aconsejo 1o que más os con– viene.» Pero, ¡ oh, grandeza de Dios!, apenas acabó de pronunciar la última palabra, cuando instantáneamente cayó sobr,e él un rayo del cielo, que le redujo a ceniza. El suceso fué formidable y con su aspec– to quedó el auditorio muy compung1do y desengañado de la falsa ensie– ñanza de aque~ maldito hiechi<:ero y de fos ,d,emá:s. Y de allí a;d:e:Iarnte to– maban Ja doctrina ca,tólica d,e los misioneros apostólicos con grande aprecio y v\eneración. 4.-Prosiguiendo ahora en la suc~sión de los reyes cristianos digo que, ,después de la muerte ,deJl Rey .Don .A:1varo primero, se hizo por los Maníes la elección •en la forma acostumbrada y ),e tocó la suerte a un

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