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8 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA años d,e su r•einado no hay cosa cierta ; sólo se sabe que le sucedió en 1a corona su hijo Don Alonso, que fué no menos celoso de la fe que su padre en cincuenta años que poseyó d reino. Bien es verdad que en su tiempo no fué tan fádl td establ:e'Cer las buenas costumbres y el arran– car los malos y perversos vicios que tenían, como lo fué el plantarla, a que se añadió que el príncipe Panssa Aquitima, su hermano, perseve– rando ,en su idolatría con el resto de los gentiles, peDsiguió furiosamen– te a los recién convertidos, a cuya causa s,e encendió entre los unos y los otros una muy sangrienta guerra. En el discurso de ella, hallándose el rey Don Alonso en cierta banza con solos veinte portugueses, le cercó Panssa Aquitima con más de v•einte mil idólatras de su séquito, y siéndoles preciso pelear, obró Dios con ,ellos grandes maravillas. EJ rey y los portugueses vieron al tiempo de empezaDse el combate un res– plandor admirable en el cielo, y ,en meidio de él cinco espadas de fuegio, que tomó ,de allí adelante por armas de su escudo y hasta hoy Jas con– servan sus sucesores. Acometieron a los gentiles, invocando a la usan– za española el auxilio de .Dios y la protección ,de nuestro glorioso Apóstol Santiago y primer padr,e espiritual a quien v•eneran mucho des– de entonces, y lo.s desbarataron y v•encieron, con pri,sión ,de su prínci– pe, el cual murió en la prisión, que allá -es pública y muy rigurosa., por– que los amarran a un poste de la plaza con fuertes cadenas d,e hierro, pero muy feroz y obstina,do. Con todo eso, así él como todos sus sül– dados confosaron uniformemente que habían sido vencidos por una Se– ñora hermosísima, de color blanco y por un caballero montado a ca– ballo, que traía en el p,eicho una cruz roja muy resplandeciente (2a). Que– dó ,después de es,te mi}ag-roso suceso muy temi-do y muy respetado el rey, y, juntando sus Manies, mandó recoger cuantos ídolos habían quedado en su reino y de todos mandó hacer una ,solemne hoguera a su vista, sobre la cumbre de un monte alto, para que allí fuese-n abrasados y rie– ducidos a ceniza. 9.-Dió dJespués nuevas asistencias a ieSita cristianda,d e'l Rey Don Manuel de Portugal, ,enviando, antes de[ año de 1521, doc•E.' rdigioso·s de N. P. San Francisco y por Superior de ellos al Padre Fr. Juan Ma– rín, con nuevos ornamentos y arquitectos. El Rey Pon Alonso del Congo ,dió la obediencia al Papa, enviando para ese efecto al Príncipe l:2aJ Para estos sucesos y cuantos tuvieron lugar durante el reinado de estos mo narcas, por espacio de un siglo (1491-1591), cfr. DUARTE LOPEZ ET FILIPPO PIGAFETTA, Relatione de Reame de Congo et delle circonvecine contrade, Roma, (1591), y la edición facsírni,l, Lisboa, 1949, 'PP· 43 ss.
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