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MISIONES CAPUCHINAS EN AFRICA de pocos años, a la cual -convidó para el cie'Io, diciéndola ,en presencia de su madre: «Vamos, hija, al cielo, que ya el Señor nos llama a su gloria.» 3.-«El P. Fr. Benedicto de Lucignano, de la Provincia de Tosca– na, resplandeció en todas )as virtudes y le honró Dios con singulares prodigios. Murió m Matamba y, apenas expiró, cuando toda la vacada de la reina Zinga, sin quedar una, salió del sitio donde estaba recogi– da y de dos en dos fueron berreando hasta la puerta de la iglesia, como si llorasen la muerte del santo Padre, y, de:spués de un buen ra– to, se volvieron a su encerramiento. Esa misma diligencia, a la misma hora y en Ja misma forma, la repitieron las vacas en los dos días si– guientes, causando suma admiración a toda aquella ciudad. Así como murió este santo rdigioso, se apareció a dos amigos f>uyos vecinos de Loanda, a quiené's pidió algunos paños de H,enzo para curarse las lla– gas que padecía. Y, yendo a buscarlos, se les desapareció de la vista, pero con todo eso recogieron los paños y se: los enviaron al convento creyendo estaba ya en él ; pero, sabiendo que no había llegado ni se tenía noticia de él, cayeron en cuenta de que había salido de este mis,e– rable mundo . Son muchas las jornadas que hay desde Matamba hasta Loanda y después se comprobó cómo a la misma hora y día en que expiró, s·e apareció a .sus dos amigos. 4.-«Fr. Francisco de Licodia, Religioso Lego de la Provincia de Siracusa de Sicilia, que fué compañero de nuestro General Fr. Inocen– co de Caltagirone, varón admirable en virtudes y prodigios, pasó des– pués a la misión del Congo, donde vivió muchos años, obrando Dios por sus oraciones y méritos e:n vida y después de su muerte muchos y grandes milagros, y tan continuos, que se le remitió orden por parte de la Sacra Congregación al Obispo de Santo Tomé ·para que los com· probase e hiciese información juridica de 1ellos y de su vida admirable, para promoverle a Ja beatificación, Ja cual ya se ha remitido a Roma, y, según se dice, son más de veinte los muertos que ha resucitado. 5.-«0tro religioso, de cuyo nombre al presente no me acuerdo, ha– biéndose ,embarcado en el puerto de Loanda para el Brasil, murió a los cuatro o seis días y le sepultaron, como suelen, en el mar. Pero, ¡caso raro! ; a la misma hora se halló su cuerpo en la orilla de la playa de ta Bahía <lel Brasil y de allí fué lle:vado a la catedral donde 1,e dieron honorífica sepultura. Llegó el navío a ese puerto después de un mes y, preguntando a la gente de él si había muerto en él algún Capuchi– no, todos respon<Ji,eron que sí, dando las señas de él y didendo el día

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