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LA MISIÓN DEL CONGO 451 mas aunque íntentó nuevo combate y aun abordarlas, no lo pudo con• seguir, porque con toda ,la diligencia posible se fueron arrimando al puerto de Andra, que es uno de las Islas Terceras, adonde se acogie– ron. En esta refriega pasada experimentaron los nuestros la protección soberana de la Reina de los ángeles pue•s, con llover sobre ellos y sobre los portugueses infinitas balas, ninguno recibió el menor daño y, aun– que al capitán del navío ,le pasó una bala de artillería por debajo de la'l piernas, no 1,e ofendió cosa alguna. 1.5.--Todo lo cual se atribuyó con razón a la protección divina y ;; la intercesión de la que es Madre de misericordia, a quien procuraron obligar todos con devotos ruegos y súplicas, pues, demás de haber acu– dido ,en ,e•l discurso del viaje con edificación y provecho de sus almas a todos Jos e jercicios espirituales que hacían los religiosos, es a saber, a las misas, sermones y doctrina tres días •cada semana y a los Sacra– mentos de la Penitencia y Eucaristía frecuentemente, ninguno faltó ,1 '!"ezar el Santo Rosario y Letanías de }a Virgen Santísima, lo cua'1 se hacía todos los días con sumo af.ecto y devoción. En comenzándose el combate, acordándose de infinitos 'ejemplares y no dudando ser medio eficacísimo para defenderse de todos peligros acudir a la Reina Santí.– sima, determinaron que la gente de armas ocupase sus puestos para la defmsa y los inhábiles se 1·etirasen con fos religiosos a rezar el Ro · sario de la Virgen Santísima para que de esa suerte, así como Moisés con su pueblo en la salida de Egipto, puesta la confianza en Dios y en su Santísima Madre, alcanzasen. la victoria. Así. lo experimentaron y con tal felicidad, que a1 contrario le hicieron mucho daño,· sin recibir la menor lesión, ,ex,;cepto en las velas, en medio de llover por todas par– tes infinitas halas. 16.-Por est,e medio libró Dios a sus siervos de tan manifiesto pe– ligro y de tan porfiado combate. Ojalá que en todos nuestros trabajos y necesidades acudiésemos a su Santísima Madre, pues con eso expe– rimentaríamos sus favores y con tal abundancia que no dudó dedr San Germán, Patriarca de Constantinopla, que: N emo salutem cons1J'quitur, nisi per te, Sancta Virgo; nemo dolorum 11acwus nisi M. opi.tuf.ante, Vir-– go p11rissima; nemo beneficio aliqito divinitus afficitur, nvsi te mev:Ua– tric«, Virgo castissima; ntmo peccatis absolvUtw nis~ te poXro'cimanfJe, Virgo quovis honor,e ac /(J;ude dignissima. En la ciudad de Andra se <loe-– tuvieron cuatro meses nuestros r.eligiosos ejercitando su apostólico mi– nisterio, hasta que s·e ks ofreció ocasión de venir a España. Arribó después , un navío <le ingleses al puerto y, sabi,endo habí.a de pasar .a

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