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LA MISIÓN DEL CONGO pes de Europa. Mostrábase muy devoto a las cosas de la 1~eligión ca– tólica y <leJ servicio de Dios, y en atención a esto mandó fabricar nue.s– tra iglesia de San Salvador y la de Jos ·Reverendo,s Padre•s de la Com-· pañía de Jesús y a-demás de eso otros cuatro o cinco tempJos que eran de taprias de tierra, los hizo Jabrar de pk{lra y cal, cosa que hasta en– tonoe¡s no había hecho ninguno de los reyes sus predecesores. 5.-Deslucía empero en gran parte estos méritos y adornos natura– les con otras acciones indignas y feas, pues soHa valerse ele algunas supersticiones y abusos infernales en sus enfermedades y achaques, per– mitiéndolos también en su reino para el mismo eí,ecto . y a los quitomes, que son grandes hechic,eros y los tienen por sacerdotes de los gentiles y conservadores del reino y de las vidas. Y, aunque nuestros misione– ros le af,earon este vic~o y, por -obedecerles, ofreció la enmi,enda y quitó unos pocos, después los volvió a sus lugares a proseguir en su maldito oficio, pareciéndole que si no lo hacía asf, había de morir presto. Y aun la tía y hermana del mismo rey culparon a un muchacho de nuestra escuela, llamado Sim<5n, atribuyéndole que había sido éste quien les descubrió a los Padres los secretos del reino, añadieüdo que, si prohi– bían el que no hubies,e quitome-s, se moriría el rey luego . 6.-Tambi~n afeaban mucho las prendas de Don García los vicios de ambición y crueldad, que son muy v,ecinas esta_s dos pasiones en quien tiene poder, y así andan siempre juntas. Era toda su ansia y des– vel_o mantenerse en eJ reino con toda libertad y so)Jeranía, sin que na– die le fuese a la mano ,en cosa alguna ; y con el mi•s1110 hipo deseaba hacerle hereditario en su casa y descendencia, siendo desde .«a_b initio» electivo; para lo cual mañosamente fué cogiendo los puestos y empa– rentando con todos los mayores señores de él. Pe aquí tuvo ,su origen la traición siguiente, pues entre los pretensores de la corona, para después de sus días, había tres, que eran los má,s principates y d:e más séquito, es a saber: Don Lázaro, Don Alvaro y Don Pedro, todos hijos del rey Don Pedro II y hermanos de Don García l. Eran estos príndpes de muy generosas prendas y grandemente estim¡¡¡dos del pue– blo y en quien tenían todos pue·stos los ojos para la elección futura, en faUeciendo el rey; el cual, por reconocerlo así, no se atrevía a 1110s-– trar con ellos sus rigores, aunque vivía poco satisfecho de su afecto. 7.-Empeño es más que vulgar, aunque sea en los reyes y príncipes, pretender hacer propio y despótico lo que se les da s(>lo en adminis– tración y por tiempo limitado, y más hapiendo muchos interesados con

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