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U MISIÓN DEL CONGO gélicos, como son obligados, y que en esto procedemos con el mérito de la obediencia de la Santa Sede Apostólica y de nuestros superiores, con todo eso, como podrá notar el curioso en ésta y en las relaciones restantes, no son creíbles las contradicciones que han padecido y pa– decen }os nuestros que se ocupan en Ja reducción de los infi.eJes de las conquistas de Africa, así por sus rnzones de estado como porque mu– chos de los oficiales reales que las gobiernan, sienten a par de muerte ser reprendidos de sus demasías intolerables. 16.-De todo Jo cual se infiere cuán astuto y sangriento procedió el común adversario en el arbitrio que sugirió al rey del Congo por si y por los lados que le ayudaron a la calumnia referida. En lo cual se ve manifiestamente que tiró, como Holofernes y sus secuaces, a ejecutar con todos aquellos difatados. reinos lo que con Ja ciudad de Betulia, pues, para tomarJa a menos costa y que ella se rindies-e más presto, mandó quitarla el agua y ~omper Jos conductos por donde entraba, esto es, d agua de la doctrina evangélica con que eran ilustrados y alimen– tados, y los conductos, que son Jos ministros evangélicos, para que no entrando por ellos el .agua clara v saludable de la doctrina del cielo, pereciesen de sed y se entregasen para ser perpetuamente sus esclavos . 17.-Concluyo, finalmente, con el Angélico Doctor Sto. Tomás y digo que los príncipes de la tierra fueron instituídos por _Dios, no para aumentar sus tesoros y patrimonios, sino para que procuren la común utilidad y prov,echo de sus vasallos. Esto es, según explica eJ R. Padre Leonardo Lessio, que todos los del principado o reino vivan en paz y honestidad; impedir y quitar cuanto les fu.ere posible todos los abusos y corruptelas en materia de •religión y costumbres. Esta misma obliga~ ción respectivamente les corre a sus ministros y sustitutos, y por más pretextos y razones de estado que aleguen, mientras se frustra el fin principal, todas las demás son de ningún momento,