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LA MISIÓN DEL CONGO ticulares fines y conveniencias, influyeron al r-ey para que -escribiese di– fer,entes cartas a Loanda para facilitar con los ,de la Cámara el que de– jasen 1 embarcar a s~s embajadores, y, como tuviese librada en la ida de éstos su ·esperanza, quiso acompañarks con sus cartas en que ostfn– ta ser muy leal y fiel amigo de la nación portuguesa y <le su rey Don Juan IV, juzgando que, insinuándoles materias de su servido, 110 s,e' atreverían a repugnar la embarcación de ,Jos embajadores, antes bien les franquearían el paso. El pretE.'xto de toda •esta máquina se fundó en que los misioneros eran castellanos y ,en que no habían ido por la vía <le Portugal ni con ,el pasaporte de su nuevo rey Don Juan IV y en que habit'ndo sido conducidos a expensas del rey nuestro señor Don Fe!ipe IV, que sea ,en gloria, se podía temer iban mandados de S. M. para sublevar aquellas gentes contra Portugal. Estas mismas objecio– nes opuso ie1 Arcediano, se'gún ya · vimos en e¡ capítulo X, y d,e estos mismos pretiextos se valieron después otros criollos portugueses, como iremos viendo, lo cual duró hasta que se acabó la guerra de Castilla y Portugal. 6.-Descifróle todas sus máximas con la verdad del hecho el gober– nador y sobre este punto le t'ecargó como era justo, concluyendo con decirle que pues S. M., después de recibidos tantos beneficios, estima- , ba tan poco a los religiosos, que no sólo los calumniaba pero aun le significaba 1'ecibiría gusto de que saliesen foe'ra de aquellos reinos, se sirviese •de dejarlos ir a sus tierras adonde los admitirían con mucho gusto y estimación. Recibió el rey esta r•espuesta y, hallándose descu– bierto ,en sus ideas por 1 el gobernador y ministros de la Cámara de Loanda, tomó diferente acuerdo y se abstuvo de ej,ecutar el primero, y, al tiempo de recibir la carta, viendo frust rados sus n~gociados, pro– rrumpió delante ,d,el mensajero y circunstantes, que después lo refirk•– ron, ,en las siguientes palabras: «Bueno fuera que me sacase el gobt'r– nador los misioneros y no los remitiera a Europa sino a su reino de los Abandos.» 7.~Con •esta carta -del gobernador cayó <le golp,e la máquina que se había levantado contra la misión ; divulgóse por el Congo el caso y cómo querían los religiosos dejarle por las ingratitudes del rey, pero, apenas llegó a sus oídos la noticia, cuando , temiendo a1gún alboroto · de los pueblos y señores, mudó de intento y convirtió en obsequios de los religiosos los desaires y calumnias. Escribióle luego al Prefecto, pidiéndole encat'eddamente se volviese a su corte, porque sentía mu– cho el verse privado de su compañía. En esta ocasión no se di.ó por en-

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