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412 MISIONES CAPUCHINAS EN ÁFRICA 8.-Alterados los ánimos de los portugueses con est,e accidente y enconados con las guerras entre ellos y los castellanos, se cerró 1a puerta para -el Congo, de suerte que se les negó el paso a otros riue– vos misioneros que llegaron a Loanda, enviados por la Sacra Congre– gación •el año siguiente, que fué el de 1656, no obstante que eran ita– lianos y en cosa alguna dependientes de nuestro católico monarca, sino totalmente súbditos de la Silla Apostólica, cuya suprema cabeza atiende con solicitud y paternal afecto ,m todos tiempos al remedio espiritual de sus hijos y, como Pastor universal de la Iglesia, a dar a todas sus ovejas el pasto qu,e nec,esitan para que no perezcan de hambre por muy remotas que e:stén de su presencia (130). 9.--Ya vimos la solicitud de los Sumos Pontífices Paulo V, Grega– rio XV, Urbano VIII e Inocencia X en procurársele a las del reino del Congo por medio de las misiones ; ahora s-e nos propone a la vista la ,de nuestro muy Santo Padre Alejandro VII en continuarlo con no menor celo de la fe y deseo de la mayor utilidad de su grey; el cual envió los misioneros referidos por medio de la Sacra Congregación por otra vía que la de Portugal, pues la suprema cabeza no perjudica en ello las regalías de los príncipes t•emporales ni jamás se desapropia del derecho legítimo que le compete por su dignidad suprema, aunque alias las comuniquen graciosamente otros, que pueden y suelen concederle., y por no atender a ésto,s. se ven en Europa muchos abusos y fuera de ella grandes monstruosidades ejecutadas por los europeos con daños g·.ravísimos -de las almas, pretextándolo todo con razones de estado, aparentes y sin fundamento. 10.-Habiendo, pues, entendido el gobernador de Loanda que dichos Padrt·s no habían ido por la vía ,de Portugal ni llevaban pasaporte de Lisboa, <lió orden par que no desembarcasen. Replicáronle los religio– sos, diciendo no había motivo razonable para ,embarazarles el paso y que aquel agravio principalmente se lo hacía al Sumo Pontífice que los había enviado y que a lo menos, por no incurrir en las oensuras formi– nadas contra lo.s que impiden su ministerio a los misioneros apostóli-- (130) La expedición de m1s10neros de que aquí se habla, compuesta de catorce religiosos, entre los cuales se hallaba el P. Cavazzi (Juan Antonio de Montecúcculo), salió de Cádiz en los primeros meses de 1654 y llegó a Angola el 11 de noviembre. Por no llevar el pasaporte de Portugal y además proceder de puerto sujeto a Cas– tilla, tuvo muchas dificultades para desembarcar, como luego se dice. Ese mismo año de 1654 (no 1656, como dice el P. Anguiano), el Prefecto trasladó su residencia de San Salvador a Loanda, para evitar compromisos y contradicciones de parte del rey del Congo.

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