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LA MISIÓN DEL CONGO 411 en tierra el P. Fr. Buenaventura de Sorrento, que fué uno de los prí– meros misioneros y de los más -excelentes operarios y el que con or<len del rey Don García y del Prefecto de la Misión se embarcó para Por– tugal dos años antes, se:gún se dijo en su lugar, para solicitar el paso de los religiosos que en adelante enviase la Sacra Congregación al Congo. Habiendo, pues, cumplido este religioso con su comisión, tuvo la repulsa en Portugal; luego pasó a Roma y despachó los negocios que llevaba para )a Sacra Congregación ; después se vino a Portugal a buscar embarcación ; hallóla y -estando ya embarcado en Lisboa para volver al Congo a su misión, le mandaron desembarcar y que se fuese a Italia, por haber entendido los ministros •de Portugal que dicho Pa– dre ,era napolitano y vasallo de nuestro Rey Católico, y tener orden ex– presa de que ninguno que lo fuese se le diese pasaporte por juzgarlos sospechosos a to-dos de cualquier estado y profesión que fuesen, y de más a más por el despique de no admitir en Roma embajador de Por– tugal. 6.-Con esta contradicción tomó este religioso el viaje para Cádiz y hallando ,en su puerto que el navío extranjero referido ,estaba para hacerse a la vela a negociar negros en Loanda y sus costas, se metió en él y sin el menor recelo de contradicción corrió su viaje y desem– bar,có en Loandá. Apenas 1-e vieron en tierra los de la Cámara de esta plaza, cuando comenzaron a mover tal alboroto por el orden que te– nían de Portugal, que a los Padres que residían desde el principio en el convento de aquella dudad, les fué pr-eciso dar orden para que se atrnentase ,de allí- y pasase en un barco a Soño, creyendo que con esa diligencia se sosegarían los ánimos y sus mal fundados re.c,efos. Pero eso no obstant,e aun no estuvo allí seguro, porque no hubo forma de quietarse hasta que le hicieron volver a Loanda y le remitieron a Lis– boa en una carabela que partía para Portugal, dando aviso de cómo di– cho Padre había ido sin pasaport•e. 7.--En llegando a Lisboa trataron de prenderle, pero, ayudado de Dios y noticioso de lo que se maquinaba contra él, viéndose indefenso de Roma y falto de auxilio humano, se escapó como pudo y se metió -:n un bajel que estaba para partir a !Liorna. De esta suerte redimió su vejación y pasó a Italia, donde asistió algún tiempo hasta que ta Sacra Congregación, atendiendo a. su gran celo y aventajadas prendas, le nombYó por Prefecto de la misión de la Georgia o Coleo y sucedió lo qu-e adelante veremos.

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