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410 MISIONES CAl>UCHíNAS EN ÁFRICA general sangame:nto, que es lo que allá se acostumbra en los regocij os públicos y más solemnes. Salió el rey el primero a escaramuzar con su alfange y rodela, llevando desnudo el cuerpo de medio arriba, y suplien– do los tornos y corbetas del caballo, que allá no 'los hay, con sus pro– pios pies. !Luego salió su hijo el príncipe y los fidalgos a hacer sus alardes, y últimamente el resto de la gente de guerra confusamente, como suelen en las batallas, y se dió fin a la función. 8.-Bien cr-eyeron nuestros misioneros que el establecimiento de es– tas paces entre las <los coronas les sería ·é'n adelante de mucho alivio, pero sucedió tan al contrario, que desde entonces comenzaron a pade– cer mayores contradicciones, calumnias y aun p,erse·cuciones, que jamás padecieron, bien que los motivos del rey y de los portugueses fueron diversos, pero para el caso y ruina de la misión ·.todos se: adunaron, su– cediendo en esta parté' lo que en !a muerte de Cristo Señor nuestro, para mayor ejercicio de sus siervos, pues: Et facti s•unt amici Herodes et Pilatus in ipsa die, nam cmtea inimici erant ad invicem (129). Lo uno porque desde entonces comenzó el r,ey a •exhalar por todas partes }a saña del enojo conte.nido contra Jos nuestros por la corrección pasada; lo otro porque los portugueses del país, viendo tan buena ocasión, qui– sieron lograr sus antiguos <leseos de desterrar de aquellas costas a cuantos tenían o juzgaban tener relación de vasallaje con nuestro ca– tólico monarca por conformarse con los de su nación. 4.--Apenas, pues, se juraron y formaron las paces, cuando, instruí– do de PQrtugal el gobernador de Loanda, determinó cerrar la puerta a cuantos misioneros fuesen de Europa, mandados de la Sacra Con– gregación para d Congo, sino es que pasasen por -e'l registro de su puerto y con pasaporte de Portugal, tirando en esto a diferentes razo– nes de Estado que ocurrieron con la conmoci<:>n de las gué'rras entre Castilla y Portugal. La una, d recelarse de todos que las iban a con– quistar por aquellas partes; la otra, el despicarse <le que no sé' adm;– tiese en Roma el embajador <le Portugal ni se le diese al duque dé' Bra · ganza por la Silla Apostólica los honores y preeminencias que obtuvo después ,de concltüdas las gue·rras. 5.-Poco después de las paces con el rey de Congo sucedió aportar a Luanda un navío extranjero, el cual pidió lioencia a} Gobernador pa– ra ne-gociar la navegación de negros. Dió.s,ela y con esa ocasión saltó (129) Luc., 23, 12.

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