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406 MISIONES CAI 1 UCHINAS EN ÁFRICA que hizo en .Jas mismas casas, que en muy poco tie:mpo se contaron cer– ca de veinte muertos, •entre los cuales se halló un pariente del marqués, que poco antes se había casado. Pusiéronle.· muchos lazos y trampas por las sendas, pero siempre se escapó. Determinaron salir los vecinos con armas y flechas, y era tanto ,el mi,edo que les causaba con sus ru• gidos, que se volvían atrás cortados y despavoridos. Cuando el león lle– gaba a verse cercado <le Ia gente, cerraba con ella y despedazaba a mu– chos; por último vino a morir de las heridas de las flechas que recibió , las cuales poco a poco se le fueron encancerando, hasta que le quitaron l'a vida. Trajéronle a la _bauza para que los Padres le viesen y se ad-· miraron de ver animal tan fiero y monstruoso de cuerpo. 15.-Por haber, pues, tantos leones y fie'ras, usaban los Padres, cuando iban a las misiones, del remedio del fuego y hacían grandes ho– gueras para que no se acercasen. Recogíanse antes de ponerse el sol y, hasta que hubiese salido, no caminaban, por ser entonces la hora y el tiempo en que de ordinario -e:s retiran a sus cuevas, según lo que dice David aJ salmo 103: Possuisti tenebras et /acta est no:i:; in ipsa per– tra,nsibunt omne,s bestiae silva.e . Catuli: rug-i.entes ut ra.piant et qi-1,aerant a De·o esca,ni s·ibi. Orti-1,s est sol et congregati su.nt e't in c·ubilib1is su·is collocabimtu.r. Si bien muchas veces salen de esta regla, especialmente si ks aprieta el hambre., que entonces también salen de día y discurren por todas part,es, 16.-La causa ,de haber en el marquesa<lo de Pemba tanta abundan– cia de leones y fi.e:ras ·d-e todos géneros es porque en este país se crían muchos bueyes selváticos· de los cuales se sustentan, y, aunque éstos son fieros y matan los hombres con las rodillas, con todo eso no se pueden defender <le los -leones. Allégase a estaº causa la fragosidad de la tierra, el ser tan montuosa y la poca habilidad de los naturales en rozar los montes y en matar semejantes brutos. Por esta causa viven siempre con manifiesto peligro y con gran miedo de ser asaltados de las fieras, y no menor !os misioneros que frecuentan aquellas tierras. Mas Dios, por cuyo amor se exponen a tantos peligros de la vida, los defiende y ayuda, experimentando a cada paso su especialísima provi– dencia, sin la cual no fuera posible ocurrir a tantos riesgos como a cada paso se ofrecen, dándoles alas para volar a estos ángeles veloces, que así los llama la Escritura, la fervorosa caridad, de: fa cual dic,e S. Juan en su Epístola primera: Perfecta ca.ritas foras mittit timorem, qi-1,onfom timor poenam h.abet, qui ai/.f'c-ni tim,et., non est perfec,tus in caritate.

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